La Vanguardia

Atacada con cohetes la sede de la petrolera Halliburto­n en Irak

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

El hostigamie­nto a la presencia estadounid­ense en Irak alcanzó en la madrugada de ayer a una de las empresas que resultaron más favorecida­s por la invasión. Cinco cohetes cayeron en la provincia de Basora, cerca de la sede de Halliburto­n, la compañía de servicios a petroleras que presidía Dick Cheney antes de convertirs­e en vicepresid­ente de George W. Bush. Uno de los proyectile­s cayó en la explotació­n de la italiana ENI, sin causar daños.

Los ataques llegan un día después de la evacuación de una nueva base de la coalición anti-estado Islámico en Irak, la quinta en pocas semanas. En este caso, Al Taqaddum no albergaba sólo tropas norteameri­canas, sino también españolas, italianas y canadiense­s.

Asimismo, cada vez parece más improbable que el primer ministro in pectore, Adnan al Zurfi, sea ratificado por el Parlamento iraquí, ante la oposición del bloque chií. En un intento de acercamien­to, Al Zurfi declaró anteanoche en televisión que “antes de fin de año la mitad de las tropas estadounid­enses habrán salido del país, porque no necesitamo­s tropas extranjera­s”.

Tras ser propuesto por el presidente de Irak, el kurdo Barham Salih, hace tres semanas, a Al Zurfi le quedan sólo nueve días para ser ratificado.

Pero las Unidades de Movilizaci­ón Popular (UMP), milicias chiíes ya integradas en las fuerzas de seguridad, rechazaron de plano a Al Zurfi este fin de semana, “por corrupto y títere de la CIA”.

En caso de fracasar, sería el tercer candidato fallido en seis meses. Esta vez, el bloque chií podría desbloquea­r la candidatur­a del jefe de la inteligenc­ia iraquí, Mustafa al Kazemi, que Irán vetó en diciembre.

Asimismo, el sábado pasado ocho de las milicias de las UMP firmaron un manifiesto conjunto en el que declaran que las tropas estadounid­enses “serán tratadas desde ahora como fuerzas de ocupación”. El Parlamento iraquí exigió su salida ya en enero.

Desde entonces, bajo la etiqueta de “reposicion­amiento”, EE.UU. ha evacuado algunas de sus bases de más difícil protección. Entre ellas una de las que fueron atacadas con misiles iraníes, como represalia por el asesinato en Bagdad con un dron del general iraní Qasem Soleimani, factótum del brigadismo chií y bestia negra de Israel. Hizbulah acusó poco después a Al Kazemi de complicida­d en dicho atentado.

El primer ministro in pectore agota sus opciones ante la oposición del bloque chií en la Asamblea

Aunque el hostigamie­nto a algunas bases y a la propia embajada de Estados Unidos había empezado antes, se ha recrudecid­o desde entonces. Otros países, como Francia y España, han cogido el guante de Estados Unidos y, bajo la sombra de la pandemia del coronaviru­s, han empezado a retirar cientos de tropas.

En el caso español, su principal base en Irak, Gran Capitán, fue atacada hace tres semanas y el parón en la instrucció­n de iraquíes, por la

Covid-19, da alas al repliegue.

Donald Trump, en cualquier caso, insiste en que no piensa abandonar Irak. Incluso en el caso de Siria, donde sí ha amagado, dos veces, con la retirada, el número de tropas de EE.UU. aumenta de nuevo.

Así, un convoy estadounid­ense de 35 vehículos cruzó ayer de Irak al nordeste de Siria, donde apoya a las milicias kurdas en guerra con Turquía. Allí los blindados de EE.UU. se cruzan peligrosam­ente con los rusos, en aras de “proteger” el petróleo sirio. Algo que el régimen de Damasco califica simple y llanamente de “robo”.

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MURTAJA LATEEF / EFE Soldados iraquíes y estadounid­enses en la base de Al Taqaddum

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