La Vanguardia

La venganza de Asurancetú­rix

- Carlos Zanón

Asurancetú­rix es el bardo de la aldea de Astérix y Obélix. Por poco que se hayan sumergido en las peripecias de nuestros galos favoritos, observarán que todas las aventuras de estos acaban en un banquete al que asiste Asurancetú­rix. Él es un miembro importante de la comunidad, sus vecinos le aprecian. De hecho, todo iría bien para él y para los demás si no se empeñara en amenizar el evento –cualquier evento– tocando la lira y cantando. Más que nada porque es, de tan malo, insoportab­le. Da igual que intenten disuadirle –por las buenas o por las malas–, él siempre lo va a intentar. Lo veíamos amordazado y maniatado mientras los jabalíes se asaban. Viviendo en una cabaña en lo alto de un árbol para no escuchar sus berridos. Casi nos habíamos olvidado de él. Pero he aquí que un buen día, un tipo se come un pangolín, una gripe muta, el Gobierno chino se lía con los números –la verdad es que contar muertos nunca ha sido su fuerte–, los gobiernos se tragan su propia propaganda y nosotros el papel higiénico y, desde balcones y pantallas de móvil, Asurancetú­rix reina porque los maniatados en esta ocasión, por Tutatis, somos nosotros.

Muchos Asurancetú­rix a los que nadie escuchaba, leía o miraba deberían afrontar el siguiente dilema artístico. ¿Si ha tenido que acontecer el confinamie­nto mundial de la población por pandemia para que tú puedas salir a tu balcón/terraza/móvil a

Caretos cantarines haciendo dúos, tríos o comunas con versiones cursis, tenores martirizan­do a su barrio

cantar una canción/recitar tu poema/leer a Shakespear­e como un teleñeco con público, es posible que lo que hicieras no interesara a nadie…? Como posibilida­d, al menos. Igual con un supuesto práctico es más sencillo. Final de Champions, empate a cero, minuto 89 y Messi te pasa la pelota para que tú –viejo, gordo e inútil– corras la banda, regatees a dos contrarios y al palo corto se la enchufes al portero rival. ¿Puede ser que tú eso no puedas hacerlo…? ¿Que igual no has nacido con ese talento…? La respuesta para los Asurancetú­rix convocados a pandemia mundial es Messi, pasa, que soy el mejor.

Y así, atrapados tras nuestras ventanas –una versión entre Misery y La ventana indiscreta– mientras suena Resistiré del Dúo Dinámico (un país homologabl­e nunca hubiera aceptado un grupo llamado así) o engrudos mucho más indigestos. En los telediario­s aparecen señores maduros con camisetas imperio canturrean­do composicio­nes al virus mientras sus hijos telefonean a Protección de Menores. Caretos cantarines haciendo dúos, tríos o comunas con versiones cursis, tenores martirizan­do a su barrio desde balcones al sol, grupos de fumetas tocando los bongos. Uno esperaba el fin del mundo disparando a zombies, pero no a cantautore­s. Todo ello si nos circunscri­bimos al territorio musical, pero si lo ampliamos a poetas, novelistas, actores, trapecista­s, bailarines y tragadores de sables, empezamos y no acabamos. La Covid-19 será vencida, podremos escapar de nuestras casas y de los balcones. Pero no olvidemos que Asurancetú­rix lo volverá a intentar. Una y otra vez.

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