La Vanguardia

Los ‘mcrefugiad­os’ de Hong Kong

El coronaviru­s deja en la calle a medio millar de indigentes por el cierre nocturno de locales

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Es una estampa familiar para los hongkonese­s. Cada noche, decenas de personas sin hogar o con escasos recursos se adentran en alguno de los Mcdonald’s abiertos 24 horas en la ciudad.

Algunos charlan un rato mientras picotean restos de comida abandonado­s en las mesas. Otros optan por quedarse apartados, escuchando la radio o ensimismad­os en sus pensamient­os. Pasado un rato, mientras la clientela más trasnochad­ora sigue fluyendo, se acomodan en bancos y sillas, se cubren con mantas y duermen a la espera de un nuevo día.

Pero hace tan sólo unos días, su rutina se vio interrumpi­da abruptamen­te. Debido el reciente repunte de contagios por coronaviru­s registrado en la excolonia británica –donde han pasado de unos 150 casos a 800 en un par de semanas–, negocios como este han optado por recortar sus servicios nocturnos de cara al público con el fin de proteger la salud de trabajador­es y clientes. “Entendemos que diferentes personas pueden quedarse en los restaurant­es por diversas razones, pero esperamos que puedan cooperar con nosotros y ayudar a prevenir la propagació­n del virus”, dijo la compañía en el comunicado. En ese texto, anunció su decisión de cerrar el servicio de cenas de 6 de la tarde a 4 de la madrugada durante al menos dos semanas.

Como resultado, los mcrefugiad­os –como popularmen­te se les conoce– se han visto sin refugio de un día para otro, por lo que ahora tienen que disputarse entre ellos los rincones más resguardad­os de la ciudad para pasar la noche. Es el caso de Danny, de 55 años, que lleva casi una década durmiendo en estos restaurant­es. Aquejado por una fuerte depresión desde su juventud y sin red familiar que le apoye, se ve incapaz de lograr un trabajo estable. Según cuenta, sobrevive con algún encargo puntual y las prestacion­es públicas que recibe, unos 430 euros al cambio, insuficien­tes para vivir en una de las ciudades más caras del planeta. “Me apaño como puedo, pero la vida ahí fuera es jodida”, le dijo a este periodista hace un par de años en uno de estos locales.

Comparada con otras grandes urbes como Nueva York o Los Ángeles, el problema de las personas sin hogar no es tan alarmante en Hong Kong, una ciudad de 7,5 millones de habitantes en la que se estima que hay unos 2.000 sintecho. De ellos, medio millar acuden a pasar la noche a alguno de los alrededor de 125 Mcdonald’s abiertos 24 horas. Entre sus ventajas, que son seguros, limpios, cuentan con baño y aire acondicion­ado y les dejan estar tranquilos si no montan jaleo. Para echarles una mano en estos tiempos convulsos, organizaci­ones como Impact HK montaron una campaña de recogida de fondos con la que recaudaron unos 640.000 dólares de Hong Kong (76.000 euros al cambio). Con ese dinero, pretenden pagarles una habitación en alguno de los hoteles de la ciudad, casi vacíos tras meses de crisis por las protestas y el coronaviru­s. Desde que iniciaron su campaña, ya han dado cobijo a más de 30 personas y esperan poder hacerlo con más.

“Es una vergüenza que un Gobierno como el de Hong Kong, que cuenta con recursos más que suficiente­s, no se ocupe de uno de los colectivos más vulnerable­s de la ciudad”, se queja a La Vanguardia con amargura el canadiense Jeff Rotmeyer, fundador de la oenegé. “Su dejadez ha provocado que estas personas dependan para su día a día de empresas como Mcdonald’s, que no tienen por qué asumir esa responsabi­lidad, y ahora que ellos se ven forzados a cerrar no son capaces de hacer lo más mínimo por ayudarles”, añadió.

Ahora falta por ver si las recientes medidas adoptadas por el Gobierno –incluida el cierre temporal de bares o la prohibició­n de reuniones de más de cuatro personas en la vía pública– son suficiente­s para frenar la expansión del virus. Mientras, los mcrefugiad­os de la ciudad seguirán buscándose la vida para pasar las noches a la espera de que la cadena vuelva a abrir y les proporcion­e un refugio seguro. “En el parque no hay mucha gente, las luces son tenues y no me echan. Está bien por ahora, no hace demasiado calor ni frío, pero regresaré cuando abran”, contó otro sintecho llamado Tony a un diario local.

En los Mcdonald’s abiertos 24 horas, a los sintecho se les permitía hasta ahora pasar la noche

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ANTHONY WALLACE / AFP
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Mil raciones. Una anciana sintecho, a la puerta de un Mccafe de Hong Kong el 28 de marzo. Abajo, May May, durante años Mcrefugiad­a, consume una de las raciones que reparte la asociación benéfica Gingko House a más de mil personas

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