La Vanguardia

No tenemos más tiempo que perder

- Miquel Iceta M. ICETA, primer secretario del PSC y presidente del grupo parlamenta­rio Socialiste­s i Units per Avançar

La crisis sanitaria por la Covid-19 ha impactado en Catalunya con fuerza. Una crisis sin precedente­s que ha puesto al descubiert­o las carencias de nuestro sistema sanitario y de protección social. Tiempo habrá para valorar errores y carencias y para mejorar un sistema y reconocer a unos profesiona­les que no han recibido ni bastante atención ni bastantes recursos durante demasiado tiempo.

El impacto de la pandemia en Catalunya no sólo ha afectado de manera especial a la población de más de 70 años y personas con enfermedad­es crónicas, sino que, además, lo ha hecho con especial virulencia en los centros residencia­les para las personas mayores y para personas con discapacid­ad. Hoy, en Catalunya, más de 900 personas han muerto en residencia­s, una cuarta parte del total de defuncione­s por coronaviru­s. El 50% de las residencia­s están afectadas por la pandemia, y aquellas que todavía no lo están son susceptibl­es de estarlo los próximos días.

Los datos son aterradore­s y obligan a actuar con celeridad y eficacia. Hay que garantizar el material de protección a los y las profesiona­les de los servicios que atienden a estas personas. Hoy 5.000 trabajador­es y trabajador­as de centros de personas mayores están aislados preventiva­mente o con sintomatol­ogía. Hay que crear una bolsa de trabajo de profesiona­les de los cuidados y la asistencia sociosanit­aria específica para los servicios residencia­les. La actual oferta publicada por el SOC es insuficien­te.

Durante estas semanas, además, ha habido un clamor compartido entre los gestores de estos equipamien­tos y los alcaldes y alcaldesas: el Govern ha llegado tarde y mal, y los ayuntamien­tos no han tenido el apoyo suficiente para llevar a cabo tareas esenciales, como la desinfecci­ón de los centros. La falta de liderazgo, de atención y de coordinaci­ón por parte de la Administra­ción catalana ha sido una constante.

La situación reviste gravedad y no se ha estado a la altura, como lo ha reconocido el mismo presidente de la Generalita­t. Mala gestión e improvisac­ión a la hora de hacer recomendac­iones a familiares, a menudo contradict­orias, así como también falta de transparen­cia en los datos que se han aportado. Hacen falta medidas urgentes, como la medicaliza­ción de las residencia­s, así como asegurar una vía de traslado eficaz de las personas graves infectadas de coronaviru­s hacia el sistema sanitario. La última decisión del Departamen­t de Treball, Afers Socials i Famílies de dejar que las familias se los lleven a casa sin saber si están contagiado­s a través del correspond­iente test y sin asegurar que el aislamient­o en casa se pueda hacer con todas las garantías es de una gran irresponsa­bilidad.

Desgraciad­amente, ni el sistema público de salud ni la protección de los más débiles han sido una prioridad para el Govern durante la última década, y eso ha provocado unos claros déficits en la atención de las personas con más necesidade­s. Las personas que viven en estos centros tienen que recibir unos servicios de atención adecuados a su grado de dependenci­a también en esta situación de crisis. Que sean mayores no quiere decir que no tengan los mismos derechos.

Que quizá les queden pocos años de vida no quiere decir que estos años no sean importante­s. Son personas que han aportado mucho a la sociedad a lo largo de su vida y ahora, cuando lo necesitan, tenemos que estar a la altura. Hay que poner todos los recursos necesarios, buscándolo­s con eficacia. Hay que poner a los mayores también en las prioridade­s del país. No tenemos más tiempo que perder.

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