Los mercados de animales vivos
Los mercados de animales vivos de Asia han pasado en poco años de ser un reclamo turístico exótico a ojos de los occidentales a convertirse en focos sospechosos de haber provocado el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), la gripe aviar y la Covid-19. En consecuencia, una serie de organizaciones internacionales levantan la voz y piden al secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, su prohibición. Tres pandemias refuerzan la solicitud, a cuyo carro se han subido grupos animalistas que apelan a argumentos ajenos a la salud del ser humano como el bienestar de los animales que terminan sus días en estos mercados, localizados especialmente en India, China, el Sudeste Asiático y África.
La globalización de las enfermedades avala las peticiones de estas organizaciones del primer mundo y legitima la injerencia en los modos de vida de sociedades menos desarrolladas, que no siempre pueden permitirse el lujo de adquirir sus alimentos en supermercados asépticos o de pagar la sobrecarga inherente al precio de una gallina criada en libertad o con alimentación natural. Si la comunidad científica coincide en atribuir tan complejas pandemias a estos mercados exóticos, es obvio que o mejoran radicalmente sus condiciones higiénicas o no queda otra opción que exigir su cierre a las autoridades de los respectivos países. Por otra parte, cabe anticipar que gobiernos como el de la República Popular China son los primeros interesados en evitar que unos focos con un peso económico insignificante puedan causar tamaña hecatombe en términos de vidas humanas, reputación nacional y perjuicios económicos. Nadie duda, además, que aplicarán métodos expeditivos en caso de que así lo concluya la comunidad científica y, especialmente, los expertos en epidemiología. No se trata, insistimos, de grupos de presión o lobbies poderosos sino de mercados tradicionales que van en contra del viento de los tiempos.
El clamor contra estos mercados es lógico, aunque lo prudente sería diagnosticar en su justa medida el papel que han desempeñado en el origen del virus. ¿Desaparecerían las pandemias si algunos países de Asia cerrasen esos mercados de animales vivos, residuales en términos de la cadena alimentaria? La devastación de la Covid-19 exige, serenamente, evaluar muchos hábitos y prácticas, tanto en el primer mundo como en el segundo o el tercero. Es la parte positiva de la tragedia. Sin incurrir, sin embargo, en la cobertura de intereses ajenos a la pandemia, como la satanización de la carne en nuestra dieta, la exaltación con fines comerciales de determinados productos vegetales o una forma de alimentarse allí donde la población puede pagar más y no corre el riesgo de pasar desnutrición. ¿Mercados de animales vivos en Asia? Severidad y rigor.
El cierre de estos mercados residuales debe decidirse en función de la salud de los seres humanos