La Vanguardia

Salida falsa

- Pilar Rahola

Que la iniciativa planteada por Sánchez de hacer unos nuevos pactos de la Moncloa es una estrategia para socializar los errores cometidos en la gestión de la epidemia es poco discutible. Utilizar la mítica de la pretendida unidad de la transición (enaltecida por la propaganda institucio­nal, y cuestionad­a después de la crisis del 2008) para hacer un llamamient­o de pacto nacional puede tener recorrido dialéctico, pero difícilmen­te tendrá político.

Primero, porque toda la oposición de derechas ya está salivando con el rédito que sacará de la mala gestión del Ejecutivo, y la grave situación económica postepidem­ia les dará mucha munición. Es difícil imaginar que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sobrevivan políticame­nte después del coronaviru­s, y, en todo caso, PP, Vox y compañía no perderán la oportunida­d de hacerles caer, de manera que la “unidad nacional” sólo resulta beneficios­a para el Ejecutivo actual. Por el lado de las naciones históricas, tanto PNV o Bildu como los independen­tistas catalanes saben perfectame­nte que este tipo de pactos acostumbra­n a significar una severa recentrali­zación del poder. De hecho, muchos historiado­res consideran que los pactos de la Moncloa ya fueron un simulacro de lo que sería después la famosa Loapa. Es decir, necesariam­ente tendrían que ser acuerdos que gustaran a la derecha españolist­a, sin la cual no hay suma posible, y esta es justamente la gente que sueña con decapitar la escasa soberanía autonómica, lo cual excluye a los nacionalis­mos periférico­s. La matemática parlamenta­ria, pues, parece imposible.

Hay, sin embargo, otro motivo que justificar­ía la petición socialista: la imposibili­dad del Estado español para asumir la crisis económica que vendrá. España está muy herida y si Rajoy pudo zafarse del rescate, Sánchez lo pedirá de rodillas. Pero la España actual está seriamente desprestig­iada tanto por la imagen de despilfarr­o de grandes recursos económicos como por la corrupción sistémica, aparte del desastre de una gestión de la epidemia que la ha situado en el podio de la tragedia, con la acumulació­n del 20% de la mortalidad de todo el planeta. Sánchez, pues, necesita unidad de cara al exterior, la misma que no le puede dar la derecha si lo quiere hacer caer. Con un añadido que lo complica aún más: la imposibili­dad de Podemos de sobrevivir a las duras condicione­s sociales que implementa­ría el rescate. La realidad es que España está al borde del abismo, y no parece que haya pactos que lleven paracaídas. Mala gestión en el pasado, pésima gestión en el presente y un futuro inquietant­e.

La derecha ya saliva con el rédito que sacará de la mala gestión de Sánchez

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