Italia declara que sus puertos no son seguros para frenar la migración
El decreto es bien claro: durante la emergencia sanitaria los puertos italianos no tienen los “requisitos necesarios para la clasificación de lugar seguro en virtud de lo previsto de la Convención de Hamburgo, sobre la búsqueda y el salvamento marítimo, para los casos de rescate efectuados por barcos con bandera extranjera fuera del área de socorro italiana”. Lo han firmado cuatro ministros italianos, de Interior, Exteriores, Transporte y Sanidad. Es decir, que a partir de ahora las oenegés que rescaten a migrantes en el Canal de Sicilia no serán bienvenidas en Italia, un país al límite con la crisis de la Covid-19, que ya ha causado 17.669 muertos y ha infectado 139.422 personas. La medida del Ejecutivo italiano, la primera de este tipo, añade que para ser considerado puerto seguro se debe garantizar que los rescatados no sufran ninguna amenaza para sus vidas, algo que ahora no puede hacer Italia.
Roma toma esta decisión mientras el buque de rescate Alan Kurdi, de la oenegé alemana Sea-eye, espera que se le asigne un puerto seguro a unas millas de Lampedusa con 150 migrantes a bordo. Italia y Malta ya han dejado claro que no pueden hacerse cargo. Según la Rai, la oenegé ha pedido a Alemania que mande un avión para evacuarlos.
Las organizaciones humanitarias ven con preocupación esta decisión del Gobierno italiano. Riccardo Noury, portavoz de Amnistía Internacional en Italia, dice que por muy compleja que sea la situación es “inaceptable” que se quiera frenar las llegadas de esta manera. “Estos últimos días han llegado unas 150 personas a Lampedusa por sus propios medios –cuenta–. Esto quiere decir que los que tengan suerte llegarán autónomamente, pero los que no, morirán en el mar”. Noury teme que el coronavirus sea un “pretexto perfecto” para que Europa cierre las puertas a la inmigración.
El alcalde de Lampedusa, Salvatore Martello, ratifica a este diario la información de Noury y asegura que en dos días han llegado dos botes a sus costas, uno con 67 personas y otro con 57, que esperaban ayer en cuarentena en un área cercana al muelle para ser trasladados al centro de migración de la isla, donde ya hay otra treintena de migrantes. Martello está preocupado por las consecuencias que la llegada de migrantes provoque entre su ciudadanía, “aterrorizados” por el hecho de que puedan venir infectados, y que están protestando para pedir un barco frente al puerto para llevarlos a tierra firme. De momento sólo hay un contagio en Lampedusa, una persona que venía de Bérgamo.
Este marzo ha hecho mal tiempo en el Mediterráneo Central, razón por la cual se han frenado ligeramente las salidas desde Libia, aunque unas 600 personas fueron interceptadas por la guardia costera. Pero eso no quiere decir que debido a la crisis sanitaria los migrantes que esperan en los centros de detención libios hayan querido dejar de tratar de alcanzar Europa, explica Maurice Stierl de Alarm Phone, un organismo que recoge información de pateras en dificultades. “Aunque la situación sea mala en Italia, es mucho peor en los centros libios. Un brote de Covid-19 allí sería catastrófico”, asegura.
La evolución de la epidemia en Italia mantiene ese signo esperanzador, pero todavía lejano al definitivo control de la enfermedad. El país registró el miércoles un aumento de los contagios, hasta 3.836 personas, un descenso de los muertos, 542, y un récord en el número de pacientes recuperados, 2.099.
El país transalpino registra el miércoles un récord de pacientes recuperados desde la crisis, 2.099