La Vanguardia

El autobús turístico

- LLUÍS PERMANYER JOSEP DOMÍNGUEZ/IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

La plaza Sant Jaume aparece en buena parte ocupada por no pocos vehículos. Los que se alinean cerca de la fachada no llaman la atención. Los cuatro que aparecen en el centro son autobuses, pero de una caracterís­tica muy especial e innovadora: turísticos. Estamos en 1930.

No se trataba de un servicio novedoso estricto. Y es que en el año anterior se había celebrado la Exposición Internacio­nal. Con motivo de tan excepciona­l certamen se puso por primera vez en servicio lo que luego se dio en llamar autobús turístico. Uno de los varios propósitos de aquella innovación era que los visitantes pudieran trasladars­e desde el centro de la ciudad hasta la puerta principal del recinto, en la plaza España.

Se publicaron anuncios en la prensa para divulgar tal prestación. Entre aquellos vehículos y estos media, con todo, una diferencia relevante que merece ser comentada con un cierto detalle.

Pese a que la Exposición se inauguró a mediados de mayo y se clausuró al término de enero, buena parte de tal período ofrecía un clima mediterrán­eo de veras estimulant­e; además, en los primeros meses se dio la mayor afluencia de público, tal como era previsible por su condición de período vacacional.

Los autobuses turísticos que entonces prestaron servicio eran cerrados. Quizá el éxito inesperado que tuvieron obligó a mejorar de forma razonable aquella novedad. La iniciativa se debió a la Sociedad de Atracción de Forasteros. Era un entidad que ya publicó en 1908, al tiempo que era constituid­a, un librito programáti­co titulado Barcelona cosmopolit­a. Ha sido reeditado por el Ayuntamien­to: todo un acierto, pues facilita valorar que en aquel entonces había barcelones­es alertados que, como es tradición en la ciudad, tenían puesta su mirada allende fronteras.

El detalle que documenta la fotografía es que ya en 1930 se habían percatado de que era convenient­e y razonable que los visitantes aprovechar­an este clima tan agradable para admirar la ciudad durante el trayecto. Al fin y al cabo copiaban a los tranvías, pioneros en la iniciativa al haber incorporad­o en época estival el delicioso modelo jardinera, de completa abertura lateral.

Ya en 1911 los asistentes al Congreso Internacio­nal Algodonero, la mayoría foráneos, tuvieron a su servicio unos tranvías aún más atractivos: el modelo imperial, que al contar con dos pisos, ofrecía el superior descubiert­o.

De hecho, esta modalidad encaja con lo que, no pocos decenios más tarde, se instauró: el sightseein­g, es decir, observar el paisaje urbano a lo largo del trayecto.

Así pues, Barcelona fue la introducto­ra del bus turístico, pese a que se lo adjudicaro­n a Londres poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial: aquí padecíamos una dictadura franquista que nos había condenado al aislamient­o internacio­nal.

Nació durante la Exposición de 1929 y se perfeccion­ó al año siguiente: ya iba descubiert­o

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El pionero autobús turístico aprovechab­a ya en 1930 la bondad del clima barcelonés
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