La intimidad de la ciencia ficción
Los habitantes de Tales from the Loop (Historias del bucle) están acostumbrados a tener experiencias insólitas. Bajo tierra tienen una empresa que investiga las posibilidades de una materia prima que desafía las leyes de la física y, en consecuencia, en la superficie suceden cosas imposibles. Es complicado, sin embargo, explicar por qué la ciencia ficción es un aspecto secundario o poco importante en esta serie de Amazon Prime Video. Para el guionista Nathaniel Halpern es un contexto, el que ha adaptado de las ilustraciones del artista sueco Simon Stålenhag, pero la historia es muy íntima, convirtiendo la obra en una rareza como las que hay pocas en TV.
Los episodios se cuecen a fuego lento. Uno muestra una niña que busca a su madre, que la ha abandonado mientras trabajaba en un proyecto secreto. Otro muestra dos amigos que encuentran un trozo de chatarra que los permite intercambiarse los cuerpos. Nos encontramos con un objeto que detiene el tiempo y una cámara que predice cuánto vivirás. Jonathan Pryce (Los dos papas )y Rebecca Hall (Vicky Cristina Barcelona) son dos de los habitantes con quien el espectador se tropieza a menudo (e incluso se encuentra el modelo Jon Kortajarena), pero siempre alejándose de los efectismos. Los personajes se presentan sin prisas, haciendo que avancen con las acciones y los silencios más que con los diálogos. El ritmo siempre es lento pero acumulando emoción hasta que se llega a una catarsis o explosión dramática que funciona como un puñetazo en el estómago por la contención del texto.
Aceptar mirar Tales from the Loop es adentrarse en un pozo de tristeza, uno donde tiene cabida una belleza inspirada en unos ochenta costumbristas. No es sólo porque el horizonte perfila torres de ciencia ficción o hay máquinas abandonadas en medio del bosque sino por las siluetas de los actores a contraluz, casas de diseño que contrastan con otras humildes y la composición de las imágenes. La serie hace como los personajes: intenta encontrar lo bonito que se camufla en el vacío, la incomprensión y la rutina. Una vía de escape melancólica en tiempo de pandemias.