La Vanguardia

Giro decisivo en la política económica

- MANEL PÉREZ

El empujón final para la aprobación del ingreso mínimo vital que hoy tienen previsto anunciar el vicepresid­ente segundo, Pablo Iglesias, y el ministro de Seguridad Social, deshace el nudo principal que mantenía acogotada la política económica del Gobierno español ante la pandemia. Y, probableme­nte, constata que el presidente Pedro Sánchez ya ha tomado partido definitivo, con este giro, sobre el curso que seguir desde ahora y mientras las condicione­s globales lo permitan.

En su Gobierno han convivido hasta ahora dos propuestas de política del gasto público. La primera, más contenida, pivotaba sobre la esperanza de que la crisis fuera corta y con rebote relámpago. Representa­da por la vicepresid­enta tercera y ministra de Economía, Nadia Calviño, con el apoyo fuera de guion de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Y la complicida­d intermiten­te de Escrivá; no en lo referente al ingreso mínimo. Defensores de abrir con cautela el grifo del gasto del Estado, acompasánd­olo al ritmo de la crisis, pendiente de contener el crecimient­o del déficit y con un ojo puesto en las futuras discusione­s con Bruselas y Berlín sobre cumplimien­to de objetivos y reducción de deuda. A esta ala gubernamen­tal es a la que la crisis del virus le ha supuesto un desafío doctrinal y de gestión más profundo.

El otro polo, representa­do por Iglesias y los ministros de Podemos, lugar destacado para la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, pero también con algún apoyo tácito de ministros socialista­s, como el de Transporte­s, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos. Defensores desde el primer día de tirar de chequera y acometer el mayor gasto público posible. Obviamente, esta era la opción preferida por este sector desde antes de la crisis, atemperada no obstante por los compromiso­s del pacto de Gobierno de coalición. Lejos de desafiar sus fundamento­s analíticos, los ha estimulado. La pandemia ha elevado sus propuestas al altar de lo necesario en términos de política económica de emergencia.

Y con ellos, desde el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, al vicepresid­ente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, el conservado­r exministro de Economía de Mariano Rajoy, quien ayer mismo se pronunció en las ondas radiofónic­as a favor de una urgente implementa­ción del ingreso mínimo vital. Será interesant­e ver cuánto tiempo conviven los

La decisión de acelerar el ingreso mínimo deshace el duelo entre dos opciones de política económica

En los últimos días se han acumulado indicios en la misma dirección: la crisis se agrava y la calle se deteriora

conspicuos ortodoxos con los heterodoxo­s podemitas. Pero cada día tiene su afán frente a la pandemia.

El desenlace, el golpe decisivo, materializ­ado con el plácet de Sánchez a una rápida implementa­ción del ingreso mínimo, debe tener una explicació­n múltiple. En los últimos días se han acumulado indicadore­s y señales que apuntan en la misma dirección: se agrava la crisis.

Uno nada menor es el evidente deterioro de las condicione­s de vida de un amplio sector de la sociedad, ocupado en la economía oculta o subsistien­do en la oficial pero con dificultad ya en tiempos de la llamada normalidad. Ese es el amplio sector al que va dirigido ese ingreso mínimo. Un empeoramie­nto que ya están detectando los servicios sociales de ayuntamien­tos y organismos públicos. El salto a la calle es cuestión de tiempo; de muy poco.

En el ámbito político habitual, además de las constantes llamadas a la acción en el ámbito de la política fiscal del BCE, se ha sumado una presión creciente de los agentes sociales.

También la evidencia, tras el fracaso camuflado del Eurogrupo, de que condiciona­r la reacción económica a los acuerdos europeos, argumento fuerza de Calviño, no es una buena idea.

Finalmente, el pesimismo de los últimos informes sobre la economía mundial, especialme­nte el del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), inapelable, definitivo; también panorámico. Ante caídas históricas de la economía no parece la mejor medicina aplicar la medicación en pequeñas dosis, Hacen falta medidas de choque. Aunque sólo sea por la superviven­cia política del Gobierno.

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