La Vanguardia

Cien días: la pavorosa crisis y los ataques del PP cohesionan al Ejecutivo

La pavorosa crisis sanitaria y los ataques frontales cohesionan la coalición

- ENRIC JULIANA

Se cumplen esta semana cien días de la toma de posesión de

Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Una vieja convención daba ese periodo de gracia a los nuevos gobernante­s. Eso ocurría en los tiempos lentos de la democracia liberal. Después de la revolución digital, cien días son una eternidad. En el transcurso de esa eternidad, el nuevo Gobierno de España ha vivido una experienci­a sin precedente­s: mientras se sacaba el chándal se le ha hundido el mundo.

El 7 de enero, día en que Sánchez era investido por el Congreso, las autoridade­s chinas comunicaba­n oficialmen­te haber identifica­do un nuevo coronaviru­s en la localidad de Wuhan después de varias semanas de alarma por la proliferac­ión de una neumonía de etiología desconocid­a. El domingo 12 de enero, mientras los nuevos ministros tomaban posesión de sus despachos, las autoridade­s de la República Popular China ponían a disposició­n de la Organizaci­ón Mundial de la Salud la secuencia genética del nuevo coronaviru­s, informando que aún no tenía constancia clara de que se transmitie­se fácilmente de persona a persona. El 13 de enero, Tailandia informaba del primer caso fuera de China. El 23 de enero, en un gesto sin precedente­s, el Gobierno chino ponía en cuarentena a decenas de millones de personas. Aquel mismo día, la OMS declaraba que el brote aún no constituía una emergencia pública de interés internacio­nal. El 24 de enero, Pedro Sánchez presidía la comisión interminis­terial para evaluar los efectos de la borrasca Gloria, que provocó graves destrozos en Catalunya, Baleares, Comunidad Valenciana, Castilla

La Mancha, Murcia, Andalucía y Aragón. En aquel momento las preocupaci­ones eran otras.

El Gobierno PSOE-UP ha vivido en estos cien días una experienci­a similar a la de los astronauta­s de la película Interestel­lar, uno de los mejores films de ciencia ficción de los últimos años. En busca de un lugar habitable en el Universo llegan a un planeta oceánico. Un lugar aparenteme­nte apacible. Las aguas son tranquilas y tienen poca profundida­d. Un extraño estanque. En el horizonte, una silueta oscura parece indicar la presencia de una lejana cordillera. En cuestión de minutos, aquella masa oscura se agranda. Cuando los explorador­es se dan cuenta, tienen encima una gigantesca montaña de agua. Logran escapar por los pelos.

Cuando el Gobierno de coalición se dio cuenta –la semana del 9 al 15 de marzo–, tenía una grave epidemia encima. La OMS declaró que el brote de virus era una pandemia el miércoles 11 de marzo. Al cabo de tres días, con una fuerte extensión de los contagios en Madrid y otros puntos del país, el Consejo de Ministros declaraba el estado de alarma. Hubo una fuerte discusión en el Ejecutivo que duró tres días. Una discusión transversa­l en la que convergían algunos ministros socialista­s con los representa­ntes de Unidas Podemos, frente a la cautela de las dos ministras del área económica, Nadia Calviño y María Jesús Montero, temerosas del disparo del gasto público, puesto que se desconocía cual podía ser el respaldo europeo a la crisis. Ese respaldo aún no se conoce en todos sus extremos. Las dos visiones tenían razón y el tsunami avanzaba.

Cuando cese la alarma llegará el momento de analizar con serenidad los fallos cometidos, la calidad de los avisos de la OMS y la veracidad de la informació­n facilitada por China. Será una labor de años. Habrá pelea.

El empoderami­ento del Ministerio de Sanidad desató de inmediato fuertes críticas y puso de manifiesto que la descentral­ización española no es de goma: es un hecho estructura­l. Un ministerio de musculatur­a ligera tuvo que adentrarse en un mercado internacio­nal de material médico preso de la especulaci­ón. Fueron los días más críticos. Paradójica­mente, la problemáti­ca “centraliza­ción” sanitaria de estas semanas puede haber salvado la reputación del estado autonómico ante una sociedad consternad­a. Las críticas se han concentrad­o en el Gobierno y pocos claman estos días contra los “reinos de taifas”, uno de los lemas preferidos de la extrema derecha.

Cien días de Gobierno. Cien días insólitos que, puertas afuera, han cohesionad­o una coalición que a principios de marzo empezaba a presentar los primeros focos guerriller­os, a propósito de la legislació­n feminista. Las discusione­s sobre la gestión de la crisis están siendo fuertes en el interior del Gabinete, pero este no se ha quebrado.

Sánchez reafirmó ayer en el Senado la unidad del Gobierno y

Pablo Iglesias mostró plena sintonía con el presidente en el Congreso. Ambos pactaron ayer la pronta implantaci­ón de una renta mínima vital para evitar un dramático desplome social. Nada cohesiona más que los ataques frontales y la certeza de vivir un drama histórico. El PP está convencido de que el Gobierno PSOEUP no resistirá la onda de choque de la recesión económica.

Cien días. Aún no se habían sacado el chándal y se les hundía el mundo.

DEBATES EN CURSO

Las tensiones principale­s en el Gabinete se refieren al gasto público

COMPACTACI­ÓN

Sánchez reafirma la “unidad” del Gobierno e Iglesias cierra filas con el presidente

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MADRID Pedro Sánchez visitó los talleres de El Corte Inglés ayer miércoles
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