Trump ya tiene otro culpable
Desde el comienzo de la crisis de la Covid-19 en Estados Unidos, Donald Trump se ha caracterizado por su extraordinaria capacidad para no asumir responsabilidades y encontrar cabezas de turco a las que acusar de la extensión de la pandemia. Pese a que EE.UU. es líder mundial en contagios y fallecidos, su presidente reparte culpas entre los gobernadores demócratas, la “prensa mentirosa”, sus expertos en sanidad y países como China. La culpa siempre recae en otros y la última en recibir ha sido la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cumpliendo su amenaza, Trump ha congelado los fondos que EE.UU. entrega a la OMS al tiempo que ordenaba a su Gobierno revisar el papel que este organismo, dependiente de la ONU, está teniendo en la lucha contra la Covid-19. El presidente responsabiliza directamente a la OMS “por la severa mala gestión y encubrimiento de la propagación del virus”. Trump ya ha hallado otro chivo expiatorio al que culpar y su decisión cierra el grifo a casi el 15% del presupuesto de la OMS, más de 400 millones de dólares en el 2019.
La decisión del presidente ha suscitado la crítica unánime de gobernantes de todo el mundo, organismos supranacionales como la UE y numerosas asociaciones médicas y sanitarias estadounidenses. Con más o menos contundencia, todos coinciden en que la medida es especialmente inoportuna en este momento, debilita la capacidad de la OMS para luchar contra la pandemia y recorta sus posibilidades de desarrollar ensayos de vacunas, distribuir kits de protección y asesorar a gobiernos de todo el mundo.
Es tan obvio que para luchar contra la pandemia es necesaria la cooperación internacional y la confianza en las instituciones que, al distanciarse de ellas, Trump sólo pretende distraer para minimizar la gravedad de la crisis y el retraso de su Administración en tomar medidas de prevención. Supone una falta de solidaridad con el mundo entero y su afirmación de que “por los errores de la OMS se han producido muchas muertes” es, sencillamente, irresponsable. Algunas decisiones tomadas por la OMS pueden ser discutibles e incluso criticables, como esperar hasta el 30 de enero para declarar la emergencia pública, pero como ha dicho el secretario general de la ONU, António Guterres, este no es el momento de cortar los fondos y ya habrá tiempo de debatir la reacción de todos los agentes involucrados en la crisis.
El presidente norteamericano está empeñado en que la OMS se ha plegado al juego político de China encubriendo sus mentiras y su opacidad, y ya no recuerda que él mismo, en enero, elogiaba a Pekín y al presidente Xi Jinping “por sus esfuerzos y transparencia”. Inmune a las críticas y a los datos, sabe que su reelección pasa por su gestión de la pandemia y de si sale de ella como el líder que salvó al país o como el incompetente que no vio el peligro a tiempo. Trump señala culpables externos y no le importa pasar de la “autoridad total” que se arrogó el lunes a la deriva total.
El presidente encuentra en la OMS otra cabeza de turco ante su caótica gestión de la pandemia