La Vanguardia

El combate contra la soledad y la angustia

- CARLOS NOVO

Pilar Gil tiene ochenta años y viviría sola si no fuera porque le hace compañía su podenco, al que saca a pasear todos los días y con el que pasa el confinamie­nto en su piso de Santa Coloma de Gramenet. Pilar es una de las 2.500 receptoras de un programa de ayuda a los mayores que impulsan por toda la geografía catalana la Fundació la Caixa y la Cruz Roja y en el que no sólo se reparten lotes de alimentos y productos higiénicos de primera necesidad, sino que también proporcion­a acompañami­ento telefónico para hacer frente al impacto emocional que supone la actual situación de confinamie­nto por la pandemia de coronaviru­s.

A Pilar, le encanta que la llamen, conversar con alguien que se interese por ella. No ha tenido hijos, pero es una persona muy activa y sociable. Aunque dice llevar la reclusión en su casa “bastante bien”, lo que más echa de menos es ir a nadar a la piscina del barrio. Ahora pasa las tardes con los kits de entretenim­iento que le facilita el programa de ayuda: cuadernos para dibujar, pintar y colorear. También le gusta la costura y hace algo de punto. “Cocinar, ya cocino menos, porque me tiemblan las manos, pero no se me daba mal”, asegura.

Pilar es una optimista convencida. No es de las que prefieren no estar al tanto de las noticias. “Todo lo contrario. Yo siempre tengo la tele puesta, y sino, la radio. De esta saldremos adelante, seguro”, nos dice.

Otro de los receptores del programa de ayudas es Juan José Hernández, de 75 años, quien también vive solo, en este caso en un piso de Terrassa. Juan José vive en Terrassa sólo desde hace tres años y aún no tiene muchas amistades en el barrio. Recibe la ayuda de unos vecinos que están pendientes de él y con quien más relación tiene es con una hermana que vive en Barcelona, y a la que ahora no puede visitar por la pandemia que desde el mes pasado tiene a todo el mundo confinado en sus domicilios.

Sussana Roig, la directora de Intervenci­ón Social de Creu Roja Catalunya, explica que hay dos tipos de receptores de estos programas de ayuda: “por una parte personas mayores con problemas de movilidad; por otra, mayores a los que la pandemia ha dejado en una situación económica delicada y

“Ya cocino menos porque me tiemblan las manos”, explica Pilar , una de las receptoras de ayuda

que necesitan de nuestra ayuda en alimentos. Nos encontramo­s con todo tipo de situacione­s”. Objetivo fundamenta­l de estos programas es rebajar el posible nivel de angustia, miedo o ansiedad, en especial en los casos de personas a las que se haya de apoyar en procesos de duelo.

“El equipo de voluntario­s que realiza estas llamadas asistencia­les es muy variado; los hay de todas las edades y se cuenta con un equipo de psicólogos para atender los casos que requieran una mayor especializ­ación”, explica Sussana Roig.

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KIM MANRESA Pilar Gil vive sola en Santa Coloma de Gramenet con la excepción del podenco que le hace compañía

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