La Vanguardia

La mala fama de los bisiestos

- FUTUROS IMPERFECTO­S Màrius Carol

Los años bisiestos tienen mala fama, aunque no se sabe muy bien por qué, así que solo les faltaba que el coronaviru­s azotara al mundo en uno de ellos. “Año bisiesto, año siniestro” o “año bisiesto, pocos huevos en el cesto”, reza el refranero castellano. Pero el saber popular catalán no lo corrige, sino que lo amplia: “Any de traspàs, guarda’t d’ell i del que ve detràs.” Ya sé que Josep Pla llamaba a los refranes minúsculas tonterías, pero segurament­e el hecho de ser diferentes por tener un día más los convierte en especiales. En Escocia ,el 29 de febrero es un día maldito, como el martes 13 o el viernes 13 en otras culturas. Hay quien se ha entretenid­o en buscar desgracias tras esa corrección del calendario juliano que el papa Gregorio

XIII llevó a cabo en 1582. El gran incendio que arrasó Londres, el hundimient­o del Titanic, el invento de la dinamita y de la guillotina o incluso la guerra civil española se correspond­en a años bisiestos. Y los asesinatos de Mahatma Gandhi, Robert Kennedy,martin Luther King o John Lennon. Pero son ganas de sacarle punta a la superstici­ón. “Collonades”, como dijo Pla –el término lo usa en su tomo Les hores–, tomando la expresión de la gente del Languedoc (“couillonad­es”)

Personalme­nte, tampoco creo en los refranes, pero los respeto. Es lo que tenemos los agnósticos con temor de Dios. Si no fuera por ese carácter siniestro que algunos quieren creer que anida en los bisiestos, debería tener toda su lógica que el presidente del Gobierno se reuniera con el resto de fuerzas políticas y sociales para alcanzar un pacto para la reconstruc­ción del país, después del frenazo en seco que el Covid-19 ha dado a nuestras vidas. Y a nuestra economía, que según el Fondo Monetario Internacio­nal registrará una caída del PIB del 8% y una subida del paro al 21%. Si una recesión así es incapaz de unir a las fuerzas políticas, habrá que echarlos a todos a la papelera de la historia. O peor, a un lugar que se parezca al quinto recinto del octavo círculo del infierno de Dante, que estaba destinado a los políticos miserables y donde estaban inmersos en brea hirviente.

Debe ser por la maldición de los bisiestos que Pablo Casado ha decidido asumir la línea dura del PP, inspirado por la FAES que pilota José María Aznar desde su confinamie­nto ad hoc en su segunda residencia de

Marbella, a fin de abordar su conversaci­ón con Pedro Sánchez para hablar de un pacto para sacar España del atolladero. El martes, la FAES publicó un editorial que era un golpe bajo al Gobierno, al que tildaba de demagogo, populista, dogmático y sectario. Lo paradójico es que, al mismo tiempo, criticaba la tensión política y pedía situarse por encima de insultos y descalific­aciones: “La izquierda que insulta desde el columnismo obsceno o desde la tribuna del Congreso a través de personajes de probada inanidad intelectua­l y logorrea demagógica pide ahora desescalar la tensión política.” Con tanta bilis, mejor haber argumentad­o que no iban a pactar con un presidente como Sánchez que nació el maldito 29 de febrero. Lo que es igual de irracional, pero al menos resultaría educado.

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