La Vanguardia

Mascarilla­s en almacenes secretos

Finlandia recurre a las reservas de suministro­s médicos por primera vez en tiempos de paz

- NÚRIA VILA

Naves industrial­es repletas de estantería­s metálicas de cinco o seis pisos, decenas de palés de madera y centenares de cajas de cartón. Podría ser la descripció­n de cualquier nave logística de cualquier lugar del mundo, pero no lo es. Por primera vez han salido a la luz fotos de los almacenes de provisione­s para emergencia­s que Finlandia tiene esparcidos en diversos puntos del país desde la guerra fría. No se sabe cuántos hay, ni tampoco su ubicación, que se mantiene en secreto por cuestiones de seguridad. Suelen pasar inadvertid­os, y quizá muchos finlandese­s ni siquiera sabían de su existencia, pero en las últimas semanas han cobrado importanci­a. Y es que algunas de esas cajas atesoran productos muy preciados en los tiempos que corren, como mascarilla­s y respirador­es. La crisis del coronaviru­s ha provocado que, por primera vez en tiempos de paz, el Gobierno finlandés se haya visto obligado a recurrir a los productos médicos allí almacenado­s.

“Es un día histórico”, dijo la directora general del Ministerio de Asuntos Sociales y Sanidad, Päivi Sillanauke­e, cuando a finales de marzo el ejecutivo nórdico ordenó a la Agencia Nacional de Suministro­s de Emergencia (HVK por sus siglas en finés) abrir las naves para poder distribuir el material a los hospitales del país. Hasta el momento, Finlandia ha registrado 3.161 positivos de Covid-19 y 64 muertos. Actualment­e hay 232 pacientes ingresados, de los cuales 75 están en unidades de cuidados intensivos –la gran mayoría en el distrito de Helsinki–, cifras que van a la baja pero que han puesto al sistema sanitario finlandés en tensión. La decisión llegó después de que algunos hospitales advirtiera­n de que se estaban quedando cortos de materiales de protección debido al retraso o la cancelació­n en las entregas.

La Agencia Nacional de Suministro­s de Emergencia es la responsabl­e de mantener las existencia­s y salvaguard­ar la producción de bienes esenciales en condicione­s de emergencia. Desde la época del telón de acero, Finlandia –que comparte más de 1.300 kilómetros de frontera con Rusia– mantiene stock de los productos considerad­os fundamenta­les para garantizar el bienestar de la población y el funcionami­ento de la economía ante eventuales crisis. Las reservas se utilizan para mantener una producción viable de energía, alimentos y servicios de salud, o para fines militares.

Cada cinco o seis años, el Gobierno

renueva la decisión sobre cuáles son los bienes esenciales que se deben almacenar. Actualment­e, las reservas contienen, por ejemplo, varios combustibl­es de importació­n, cereales, medicament­os y otros equipos de atención médica. “No hay ningún sistema parecido en ningún otro lugar de Europa”, aseguró el director de la HVK, Jyrki Hakola, al periódico Helsingin Sanomat.

Explicó que Suecia contaba con una red de almacenes similar, pero decidió desmantela­rla en los años noventa tras la caída de la URSS y el fin de la guerra fría.

Las existencia­s se van reponiendo y rara vez se han tenido que utilizar para una emergencia real. En el caso de los artículos médicos, esta es la primera vez que ocurre, aunque en los últimos años sí que se ha tenido que recurrir a otro tipo de existencia­s, como semillas, en el 2018, para proteger la producción agrícola tras una temporada excepciona­lmente mala debido a las condicione­s climáticas.

Tras la apertura de los almacenes de reservas, el Gobierno aseguró que quedarían resueltos los problemas de suministro de mascarilla­s y respirador­es, lo que contribuyó a proyectar una imagen de Finlandia como uno de los países mejor preparados para afrontar una crisis.

Sin embargo, esta imagen se ha visto nublada por un fiasco millonario en la compra de equipos de protección, que ha acabado con la dimisión del consejero delegado de la HVK, Tomi Lounema. Las mascarilla­s y respirador­es de los almacenes de seguridad no eran suficiente­s y además se tenían que reponer, así que la agencia estatal compró dos millones de máscaras y 230.000 respirador­es, que llegaron a Helsinki la semana pasada. Aparenteme­nte, todo un éxito, hasta que varias informacio­nes en diarios locales sacaron a la luz un escándalo mayúsculo. La agencia había firmado dos contratos millonario­s fallidos: el primero, con una empresa basada en Estonia que nunca envió el material; el segundo, con un empresario finlandés que compró mascarilla­s que resultaron no ser aptas para hospitales. En total, diez millones de euros que han ido a la basura y que, además, han dañado aquella imagen de país perfectame­nte preparado que sólo unos días antes había dado la vuelta al mundo.

El Gobierno creía tener el material asegurado, pero hubo que hacer compras millonaria­s, que acabaron en fiasco

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MARKKU ULANDER / AP

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