Ideas para dar a la Rambla una segunda oportunidad
Vecinos y comerciantes planean ya cómo revitalizar un nuevo paseo sin turistas
Tabla rasa. La pandemia está obligando a la Rambla a empezar de nuevo. La globalización, las tiranías del mercado y el efecto mariposa siempre desdibujaron los sucesivos intentos de transformación del escaparate más internacional de Barcelona. Pero paradójicamente en estos momentos esas mismas fuerzas tan todopoderosas y caprichosas obligan más que nunca a la transformación del lugar. La Rambla vivió ayer un Sant Jordi de película catastrofista de ciencia ficción sobre el fin de nuestra sociedad. Las floristerías, cerradas... y las plantas, en su interior, ya marrones, crujiendo.
Aprovechemos estas distópicas circunstancias se dicen ya unos cuantos. La asociación de vecinos y comerciantes Amics de la Rambla escribió esta semana una carta a todos los concejales, y también a Turisme de Barcelona y a la dirección general de Comerç de la Generalitat, para pedirles que entre todos alcancemos el objetivo que desde hace más de 20 años se viene mentando cada vez que se habla de recuperar este caricaturizado paseo: que los barceloneses le den a la Rambla una segunda oportunidad. Aunque sólo sea por los viejos tiempos. Ante los nuevos escenarios de película catastrofista de ciencia ficción en los que la gente de repente viaja mucho menos este cambio es más posible y sobre todo más obligado que nunca. Muchos ya están pergeñando esta Rambla del futuro. Ello, sin embargo, no es incompatible con el proyecto de transformación urbanística que el gobierno de la alcaldesa Ada Colau lleva años ultimando. Vecinos y comerciantes entienden que ejecutar esa esperada reforma es más urgente que nunca. Únicamente hemos de ponerle unas cuantas guindas. A lo mejor no tenemos tan malas cartas como últimamente se antojaba. A lo mejor el ingenio es más valioso de lo que parece. A lo mejor hasta no salimos tan mal parados de esta. Ayer cuatro estudiantes de arquitectura mejicanas arrastraban una maleta con ruedas por el carril central. “No, no somos turistas –dijeron entre risas–. En la maleta llevamos la compra del supermercado”. “No, no quisimos irnos cuando pudimos –dice otra, más seria–. Queremos vivir aquí”.
“Es el momento de repensarlo todo –puede leerse en la misiva que Amics de la Rambla–, tanto a nivel comercial, económico y laboral como a nivel social: la oferta que estaba destinada al turismo en su totalidad lo tendrá muy mal para subsistir, al menos durante los próximos 12 o 15 meses. La situación dramática que nos espera ha de ser aprovechada para regenerarnos. Y lo que valga para la Rambla valdrá también para una gran parte de Barcelona. Por todo ello la Rambla ha de ser la zona cero desde donde iniciar el cambio de hábitos económicos, sociales y culturales”.
Cualquier rincón de la ciudad es tan digno como la Rambla. Lo que ocurre es que este paseo, esta suerte de laboratorio urbano, para bien y sobre todo para mal, siempre adelanta las tendencias que marcan la evolución del resto de la ciudad.
Aquí se abrió la primera tienda de recuerdos de Barcelona, en 1924. Sus supermercados fueron los primeros en darse cuenta de que se podía ganar mucho más dinero atestando sus estantes con botellas de sangría con forma de toro que con tetra bricks de leche. Y aquí, en el tramo final, siempre concluían de madrugada las rutas de borrachera
Amics de la Rambla pide al Ayuntamiento medidas especiales para el desconfinamiento Este lugar siempre adelanta las tendencias que marcan la evolución de la ciudad
montadas para que los jóvenes guiris se llevaran un borroso recuerdo, el de cuatro chupitos y acceso a una disco por 15 euros. Y ahora, de repente, la Boqueria, el que fuera take away más grande del sur de Europa, vuelve a ser un mercado de barrio donde la mayoría de clientes vive en la ciudad y viene a hacer la compra en lugar de selfies junto a pinzas de langosta y cabezas de cerdo.
De todas formas, el reajuste a los nuevos tiempos no será fácil. Ayer, en el mercado, alrededor de un tercio de los puestos estaba cerrado, principalmente los dedicados a zumos, macedonias y comida para llevar.
“Venimos de tener sobrepeso porque comíamos cualquier cosa –reconoce un comerciante, uno de los de siempre, que ahora está mano sobre mano y tiene más tiempo para pensar–, y ahora de repente se nos impone una dieta forzada. Tenemos que aprovecharla para aprender a seleccionar mejor con qué nos queremos alimentar”.
Más allá de pedir ayudas económicas sectoriales en unos tiempos en los que la inmensa mayoría de sectores dice que está tocado de muerte, Amics de la Rambla propone a las administraciones un ejercicio de ingenio que tendrá que recurrir a la improvisación según vayan cambiando los escenarios. Estos días Barcelona está haciendo un gran esfuerzo para atender a todo el mundo en estos complicados momentos, pero también es cierto que ha de espabilar en la preparación del post confinamiento.
“Parece difícil de tan fácil que es –sigue la carta de la asociación de vecinos y comerciantes a los ediles, con algunos tajos para que quepa en estos párrafos–.¡llevemos la oferta a la calle! El coro del Liceu al Pla de l’ós, jam sessions en la plaza Reial, más debates en la Virreina, flamenco ante el teatro Principal, artes escénicas delante del Santa Mònica… Las familias han de aprovechar las muchas actividades que proponemos desde hace tiempo y navegar de nuevo en las Golondrinas, aprender jugando el museo Marítim, subir al mirador de Colón… Así animaremos a la gente de Barcelona para que vuelva a la Rambla y pueda reencontrarse con aquellas actividades tradicionales que aún resisten, como casa Beethoven, las floristas que continúan vendiendo flores o los puestos de la Boqueria que en estos momentos tan difíciles están dando servicio a los vecinos de los alrededores. Y los restaurantes que no tenían oferta para la gente de aquí la acabarán teniendo: ahora es el momento para que la gente de Barcelona pueda sentarse en una terraza y disfrutar otra vez de la sala de ball de Barcelona”, que decía Josep Maria de Sagarra.
LA REFLEXIÓN “Venimos de tener sobrepeso y ahora hemos de aprender a seleccionar”
EL DESAFÍO
La Boqueria es otra vez un mercado de barrio, pero con muchísimos puestos cerrados
Hasta que se desató la pandemia un puñado de restaurantes de la Rambla trataban de promocionar unos menús de 15 euros destinados principalmente a atraer a la gente que trabajaba por los alrededores. Sí, el futuro es muy incierto, a saber cuándo y cómo reabrirán los bares y restaurantes, pero es muy posible que en estos momentos la idea de servir menús a la gente no les parezca tan estúpida a todos aquellos hosteleros siempre empeñados en servir jarras de un litro a 12 euros a quien muy confiado va y pide una cerveza en sus terrazas. Ayer, en esta película de ciencia ficción catastrofista, el supermercado que se especializó en botellas de sangría con forma de toro, a pesar de que podía abrir como tantos colmados, estaba cerrado. En esta encrucijada la Rambla puede volver a ser el punto de partida la transformación de Barcelona, y quizás incluso hasta de su redención.