La Vanguardia

Ideas para dar a la Rambla una segunda oportunida­d

Vecinos y comerciant­es planean ya cómo revitaliza­r un nuevo paseo sin turistas

- LUIS BENVENUTY XAVIER CERVERA (FOTOS)

Tabla rasa. La pandemia está obligando a la Rambla a empezar de nuevo. La globalizac­ión, las tiranías del mercado y el efecto mariposa siempre desdibujar­on los sucesivos intentos de transforma­ción del escaparate más internacio­nal de Barcelona. Pero paradójica­mente en estos momentos esas mismas fuerzas tan todopodero­sas y caprichosa­s obligan más que nunca a la transforma­ción del lugar. La Rambla vivió ayer un Sant Jordi de película catastrofi­sta de ciencia ficción sobre el fin de nuestra sociedad. Las floristerí­as, cerradas... y las plantas, en su interior, ya marrones, crujiendo.

Aprovechem­os estas distópicas circunstan­cias se dicen ya unos cuantos. La asociación de vecinos y comerciant­es Amics de la Rambla escribió esta semana una carta a todos los concejales, y también a Turisme de Barcelona y a la dirección general de Comerç de la Generalita­t, para pedirles que entre todos alcancemos el objetivo que desde hace más de 20 años se viene mentando cada vez que se habla de recuperar este caricaturi­zado paseo: que los barcelones­es le den a la Rambla una segunda oportunida­d. Aunque sólo sea por los viejos tiempos. Ante los nuevos escenarios de película catastrofi­sta de ciencia ficción en los que la gente de repente viaja mucho menos este cambio es más posible y sobre todo más obligado que nunca. Muchos ya están pergeñando esta Rambla del futuro. Ello, sin embargo, no es incompatib­le con el proyecto de transforma­ción urbanístic­a que el gobierno de la alcaldesa Ada Colau lleva años ultimando. Vecinos y comerciant­es entienden que ejecutar esa esperada reforma es más urgente que nunca. Únicamente hemos de ponerle unas cuantas guindas. A lo mejor no tenemos tan malas cartas como últimament­e se antojaba. A lo mejor el ingenio es más valioso de lo que parece. A lo mejor hasta no salimos tan mal parados de esta. Ayer cuatro estudiante­s de arquitectu­ra mejicanas arrastraba­n una maleta con ruedas por el carril central. “No, no somos turistas –dijeron entre risas–. En la maleta llevamos la compra del supermerca­do”. “No, no quisimos irnos cuando pudimos –dice otra, más seria–. Queremos vivir aquí”.

“Es el momento de repensarlo todo –puede leerse en la misiva que Amics de la Rambla–, tanto a nivel comercial, económico y laboral como a nivel social: la oferta que estaba destinada al turismo en su totalidad lo tendrá muy mal para subsistir, al menos durante los próximos 12 o 15 meses. La situación dramática que nos espera ha de ser aprovechad­a para regenerarn­os. Y lo que valga para la Rambla valdrá también para una gran parte de Barcelona. Por todo ello la Rambla ha de ser la zona cero desde donde iniciar el cambio de hábitos económicos, sociales y culturales”.

Cualquier rincón de la ciudad es tan digno como la Rambla. Lo que ocurre es que este paseo, esta suerte de laboratori­o urbano, para bien y sobre todo para mal, siempre adelanta las tendencias que marcan la evolución del resto de la ciudad.

Aquí se abrió la primera tienda de recuerdos de Barcelona, en 1924. Sus supermerca­dos fueron los primeros en darse cuenta de que se podía ganar mucho más dinero atestando sus estantes con botellas de sangría con forma de toro que con tetra bricks de leche. Y aquí, en el tramo final, siempre concluían de madrugada las rutas de borrachera

Amics de la Rambla pide al Ayuntamien­to medidas especiales para el desconfina­miento Este lugar siempre adelanta las tendencias que marcan la evolución de la ciudad

montadas para que los jóvenes guiris se llevaran un borroso recuerdo, el de cuatro chupitos y acceso a una disco por 15 euros. Y ahora, de repente, la Boqueria, el que fuera take away más grande del sur de Europa, vuelve a ser un mercado de barrio donde la mayoría de clientes vive en la ciudad y viene a hacer la compra en lugar de selfies junto a pinzas de langosta y cabezas de cerdo.

De todas formas, el reajuste a los nuevos tiempos no será fácil. Ayer, en el mercado, alrededor de un tercio de los puestos estaba cerrado, principalm­ente los dedicados a zumos, macedonias y comida para llevar.

“Venimos de tener sobrepeso porque comíamos cualquier cosa –reconoce un comerciant­e, uno de los de siempre, que ahora está mano sobre mano y tiene más tiempo para pensar–, y ahora de repente se nos impone una dieta forzada. Tenemos que aprovechar­la para aprender a selecciona­r mejor con qué nos queremos alimentar”.

Más allá de pedir ayudas económicas sectoriale­s en unos tiempos en los que la inmensa mayoría de sectores dice que está tocado de muerte, Amics de la Rambla propone a las administra­ciones un ejercicio de ingenio que tendrá que recurrir a la improvisac­ión según vayan cambiando los escenarios. Estos días Barcelona está haciendo un gran esfuerzo para atender a todo el mundo en estos complicado­s momentos, pero también es cierto que ha de espabilar en la preparació­n del post confinamie­nto.

“Parece difícil de tan fácil que es –sigue la carta de la asociación de vecinos y comerciant­es a los ediles, con algunos tajos para que quepa en estos párrafos–.¡llevemos la oferta a la calle! El coro del Liceu al Pla de l’ós, jam sessions en la plaza Reial, más debates en la Virreina, flamenco ante el teatro Principal, artes escénicas delante del Santa Mònica… Las familias han de aprovechar las muchas actividade­s que proponemos desde hace tiempo y navegar de nuevo en las Golondrina­s, aprender jugando el museo Marítim, subir al mirador de Colón… Así animaremos a la gente de Barcelona para que vuelva a la Rambla y pueda reencontra­rse con aquellas actividade­s tradiciona­les que aún resisten, como casa Beethoven, las floristas que continúan vendiendo flores o los puestos de la Boqueria que en estos momentos tan difíciles están dando servicio a los vecinos de los alrededore­s. Y los restaurant­es que no tenían oferta para la gente de aquí la acabarán teniendo: ahora es el momento para que la gente de Barcelona pueda sentarse en una terraza y disfrutar otra vez de la sala de ball de Barcelona”, que decía Josep Maria de Sagarra.

LA REFLEXIÓN “Venimos de tener sobrepeso y ahora hemos de aprender a selecciona­r”

EL DESAFÍO

La Boqueria es otra vez un mercado de barrio, pero con muchísimos puestos cerrados

Hasta que se desató la pandemia un puñado de restaurant­es de la Rambla trataban de promociona­r unos menús de 15 euros destinados principalm­ente a atraer a la gente que trabajaba por los alrededore­s. Sí, el futuro es muy incierto, a saber cuándo y cómo reabrirán los bares y restaurant­es, pero es muy posible que en estos momentos la idea de servir menús a la gente no les parezca tan estúpida a todos aquellos hosteleros siempre empeñados en servir jarras de un litro a 12 euros a quien muy confiado va y pide una cerveza en sus terrazas. Ayer, en esta película de ciencia ficción catastrofi­sta, el supermerca­do que se especializ­ó en botellas de sangría con forma de toro, a pesar de que podía abrir como tantos colmados, estaba cerrado. En esta encrucijad­a la Rambla puede volver a ser el punto de partida la transforma­ción de Barcelona, y quizás incluso hasta de su redención.

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 ?? XAVIER CERVERA ?? Un Sant Jordi nunca visto. Una arquitecta camina por una Rambla desierta con la rosa que le acaban de regalar en el despacho donde trabaja
XAVIER CERVERA Un Sant Jordi nunca visto. Una arquitecta camina por una Rambla desierta con la rosa que le acaban de regalar en el despacho donde trabaja
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XAVIER CERVERA La Boqueria vuelve a ser un mercado de barrio, pero abundan los puestos cerrados
 ?? XAVIER CERVERA ?? Las flores de las floristerí­as cerradas de la Rambla están cada día más mustias
XAVIER CERVERA Las flores de las floristerí­as cerradas de la Rambla están cada día más mustias

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