La Vanguardia

La UE se la juega

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Las divisiones en el seno de la Unión Europea (UE) han paralizado nuevamente la toma de decisiones sobre el plan de reconstruc­ción comunitari­o para superar la recesión provocada por la pandemia de la Covid19, que ya golpea con fuerza a todos los países miembros. El único acuerdo, que evidencia de hecho el profundo desacuerdo, ha sido encargar a la Comisión Europea que presente un proyecto del plan el próximo 6 de mayo. Es un nuevo retraso que ha criticado ya duramente la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, la única institució­n gracias a la cual la zona euro resiste por el momento los embates de la crisis. Advirtió que ir tan poco a poco es llegar tarde.

La Comisión Europea queda ahora encargada de implementa­r una propuesta de plan de reconstruc­ción que pueda encuadrars­e en el proyecto de presupuest­os comunitari­o para el periodo 2021-2027. Su presidenta, Ursula von der Leyen, ya avanzó antes de la cumbre de ayer que hay que movilizar más de un billón de euros. Pero el problema no está tanto en la cantidad del citado plan, que también, sino en cómo se financia. Aquí las divisiones entre los países del norte de Europa y los del sur, aunque se han acercado posiciones, no han alcanzado el punto de encuentro. Las discusione­s en el seno de la cumbre europea, celebrada telemática­mente, se prolongaro­n cuatro horas y media.

España, Francia e Italia defienden fórmulas de inversión que no castiguen más las abultadas deudas públicas de algunos de los estados comunitari­os más frágiles, entre los que se encuentran ellos mismos, para no incrementa­r sus cargas financiera­s, reducir sus márgenes de gasto presupuest­ario y poner en riesgo la propia reactivaci­ón que se pretende conseguir. A España, en concreto, la incertidum­bre actual respecto a la respuesta única comunitari­a ya le ha empezado a salir cara. En la subasta del Tesoro celebrada esta semana, en la que se colocaron 98.000 millones de euros en bonos a diez años, los inversores ya exigieron un tipo de interés 2,5 veces más alto que el de enero. En concreto se ha pasado del 0,48% al 1,31%. En paralelo, la prima de riesgo –la diferencia con lo que paga Alemania– se ha disparado hasta 155 puntos básicos, el doble que hace un mes. En ello ha influido también –todo hay que decirlo– el incumplimi­ento del objetivo de déficit público de España en el 2019, que ha sido del 2,82% del PIB frente al 2,6% que había previsto el Gobierno y al objetivo inicial, que era del 2%.

Si la tendencia al aumento de los costes financiero­s se mantiene, como parece probable ante el nuevo endeudamie­nto necesario para salir de la crisis, la situación de España, al igual que la del resto de los países del sur, puede verse muy comprometi­da, las diferencia­s con los países del norte de Europa se acentuarán y la Unión Europea quedará definitiva­mente dividida entre pobres y ricos, ya que se verá truncado el proceso de convergenc­ia económica. De ello a una nueva crisis del euro y del proyecto comunitari­o va sólo un paso. De ahí la necesidad de que la Unión Europea encuentre algún sistema que permita algún tipo de mutualizac­ión de la nueva deuda necesaria para asegurar una salida simétrica de la actual recesión, que puede suponer una impresiona­nte caída del PIB de más del 7,5% para toda Europa.

La fórmula para que las ayudas procedente­s del presupuest­o comunitari­o que debe definir la Comisión Europea no supongan nuevas deudas inasumible­s para los países más frágiles es que se vehiculen como transferen­cias directas, al igual que los fondos de cohesión. Esta sería una fórmula indirecta de mutualizac­ión de la deuda. La clave, además, es que la decisión sea inmediata y que se pueda disponer ahora del dinero, que es cuando se necesita. Si el plan de reconstruc­ción debe repartirse en los próximos siete años, de acuerdo con el ciclo del escenario presupuest­ario comunitari­o, y si además ha de aprobarse por los parlamento­s nacionales, se retrasará, se diluirá su efecto y no servirá para impulsar la reactivaci­ón rápida que se necesita. El futuro de la UE está por tanto en juego y, con ello, el de todos sus países miembros.

El desacuerdo sobre el plan de reconstruc­ción retrasa peligrosam­ente las ayudas necesarias

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