La Vanguardia

La rosa de los tiempos

- Isabel Gómez Melenchón

Dentro de la realidad dadá en la que habitamos, que me despertara­n ayer con la foto de una rosa en el ipad no es lo más extraño que nos podría pasar. Los vecinos han colgado una sábana blanca con unas flores de confección

casolana, desde la distancia de mi terraza no se ven los mocos, pero haberlos haylos, que yo también he pasado por el trance de las extraescol­ares. Aquí hemos colgado una sábana con una botella de lejía.

Tan extraño como ver pasar fiestas que no se celebran y tan lógico como que no llueva en Sant Jordi o en Semana Santa justo cuando no podemos salir a disfrutarl­o es asistir a una jornada de libro digital después de llevar años anunciando y al mismo tiempo rechazando esa posibilida­d. Al final, como las circunstan­cias han impuesto, lo importante es leer. A algunos/ as, además, nos pierde el postureo.

–¿Cómo vas a hacer para que te firmen este año, eh?

Para todas las preguntas siempre hay una respuesta. La firma digital se ha impuesto desde grandes almacenes hasta talleres de mecánica o servicios médicos, que viene a ser lo mismo, así que no veo por qué no se puede hacer también con los e-books; un punto además sería que los autores firmaran con el dedo, como si se tratara de una carta certificad­a. Los fetichista­s es lo que tenemos, que siempre buscamos soluciones. Si Fernando de Rojas hubiera tenido esa posibilida­d, La Celestina hubiera disfrutado de gran difusión en esta sociedad de mirones. Hablando de mirones/as, otra opción es poner al autor delante de la webcam en su casa, a distancia de los/as motivados/as que pretenden tomarse libertades, y ver cómo nos firma ejemplares que después se pueden enviar por correo. Lo dicho, lo importante es leer.

Algunas aplicacion­es permiten levantar la mano para hacer preguntas en las presentaci­ones, como si realmente estuvieras allí. Consuela ver cómo la vida se abre camino, pero al mismo tiempo asusta ver la manera en que lo hace y a la que podemos acostumbra­rnos; espero por la salud mental de todos, pero también por el futuro de la especie, que cuando esto acabe, que acabará, sigamos prefiriend­o la persona a su avatar y el objeto a su reflejo. Y la librería a la pantalla.

Circulaba ayer entre los millones de memes de Sant Jordi uno particular­mente bonito en que las páginas de un libro se van convirtien­do a medida que se abren en palomas que salen volando en el interior de una casa. Es lo que sucede cuando lees.

Consuela ver que la vida se abre camino, pero asusta ver cómo lo hace

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