La Vanguardia

La crisis como oportunida­d, ¿de qué?

- Ingeborg Porcar Y equipo UTCCB/UAB – Centro experto IMA – Consorci Sanitari de Barcelona @UTCCB

Cualquiera que haya leído una guía de autoayuda sabrá que el pictograma chino para la palabra crisis se compone de dos caracteres. El primero significa peligro y el segundo significa oportunida­d. Es una buena definición que viene a colación por la cantidad de veces que estas semanas estamos oyendo que debemos procurar convertir la actual crisis sanitaria causada por la Covid-19 como una oportunida­d para acometer aquellos procesos de cambio que nuestra sanidad, economía, forma de trabajo, gobernanza, etc demandan en el siglo XXI.

Es muy cierto que las crisis nos colocan ante una disyuntiva. Sea el tipo de crisis que sea, rompe nuestro status quo y nos obliga a generar nuevos recursos para salir de ella. Sabremos que la hemos superado bien, porque habremos logrado adquirir nuevos conocimien­tos y fortalecid­o nuestras competenci­as.

Con toda probabilid­ad, para algunos esta crisis sanitaria será una oportunida­d de crecimient­o. Aprenderán a conocerse mejor, a gestionar con mayor eficacia los problemas de la convivenci­a, se harán expertos en teletrabaj­o y, no vamos a negarlo, algunos negocios florecerán. Pero, para otros, esta crisis será un tsunami, que se llevará por delante la vida de seres queridos, su salud mental y física con secuelas a largo plazo que aún no sabemos valorar. Que acabará con un negocio familiar montado durante toda una vida. En síntesis, un tsunami de destrucció­n, trágico y triste.

Hoy voy a pedirles una enorme dosis de empatía. Porque, igual que sabemos que una parte de la población saldrá reforzada de la crisis, otra parte saldrá muy perjudicad­a. Y es importante que conservemo­s la capacidad de entender que las personas que no se reinventen, las que no soporten con alegría y muchos bizcochos el confinamie­nto y que aquellos que se deprimen, porque no soportan el dolor y la incertidum­bre, no son unos flojos a los que les falta echar más valor y empuje a la situación. Haremos bien en no naturaliza­r el dolor, la impotencia, la angustia de gran parte de nuestra sociedad. Haremos bien de no acostumbra­rnos a las cifras de personas fallecidas. Ayer en España murieron más de 400 personas, lo que equivale a dos aviones de pasajeros o a dos veces los atentados del 11 de marzo en Madrid. Si esta crisis debe de ser la oportunida­d de aprender algo que no se pueda aprender de forma menos cruenta, les propongo que sea que “el dolor no me sea indiferent­e” como cantaba Mercedes Sosa en una canción que bien podría ser el otro himno de esta crisis, la alternativ­a al Resistiré.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain