La Vanguardia

“Es el momento de adelantar la reforma prevista”

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Nunca los planes de reforma de la Rambla se antojaron tan pertinente­s como ahora. “En realidad es el momento de adelantarl­a –asegura Fermín Villar, de la asociación de vecinos y comerciant­es Amics de la Rambla–. Porque esta reforma nace del plan especial de la Rambla, y entendemos que es más vigente y necesaria que nunca. Y si no se puede adelantar que al menos mantenga su calendario. Vamos a pasarlo muy mal, van a venir tiempos muy duros… y lo ideal será que una vez comience la recuperaci­ón tengamos ya las obras listas”. La verdad es que la muy esperada reforma de este paseo no hace otra cosa que acumular un retraso tras otro. En principio, tiempo atrás, ya en el mandato anterior, se suponía que los trabajos comenzaría­n a finales del 2019 o a más tardar a principios de este año. Pero el pasado enero la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, reconoció de un modo muy humilde, pidiendo disculpas a la gente, en una reunión con vecinos de Ciutat Vella, que las obras no arrancarán hasta el año que viene. Los enfrentami­entos políticos de los distintos grupos en torno a la elaboració­n del presupuest­o municipal dieron pie a esta demora. Antes de que el Gobierno central declarara el estado de alarma y se sumiera todo en este extraño paréntesis las entidades ciudadanas implicadas en la transforma­ción del paseo esperaban ya un tanto impaciente­s conocer al fin el proyecto ejecutivo de esta reforma, y después ver cómo las obras comenzaban a licitarse por tramos. De hecho, las del primero salieron a concurso poco antes de establecer­se el confinamie­nto. Ahora, no obstante, el Ayuntamien­to está en un brete. Ha de decidir qué obras prioriza una vez concluya el estado de alarma. Además, Amics de la Rambla también pide al gobierno de la alcaldesa Ada Colau que, a tenor de las nuevas circunstan­cias, se plantee la revisión de los planes usos de la propia Rambla y de todo el distrito de Ciutat Vella. “Las inmobiliar­ias nos cuentan que muchos locales están quedando libres. El Ayuntamien­to debería flexibiliz­ar las normativas para echar una mano a las nuevas actividade­s económicas. Es una vieja reivindica­ción que ahora está más en boga que nunca. Una tienda de delicatese­n no puede tener la misma categoría y limitacion­es que tiene un colmado. Necesitare­mos que se abran nuevos negocios para adecuarnos a la nueva realidad y las normativas han de ser un estímulo, no otro palo en las ruedas”.

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