La Vanguardia

Un paquete, ‘A la Rue’ y un milagro

Anécdotas y contratiem­pos de un torneo de tenis único

- PEDRO HERNÁNDEZ

Más de seis décadas de historia del Trofeo Conde de Godó dan para muchas anécdotas, algunas fruto de la casualidad, otras, de contratiem­pos imprevisto­s. En sus primeros años, cuando las comunicaci­ones no estaban desarrolla­das como en nuestros días, y cuando la intuición superaba a la programaci­ón, el Real Club de Tenis Barcelona supo dar respuesta a todo tipo de situacione­s.

La intrahisto­ria del torneo incluye incluso personajes imaginario­s. Miguel Lerín, responsabl­e técnico del Trofeo Conde de Godó, reunía a los vocales deportivos del club en su torre de Vallvidrer­a. Allí, en una época en la que no existían rankings oficiales, ni listas de entradas de jugadores, era donde se efectuaban los sorteos del cuadro principal.

En 1958, Toni Corominas recogió en el aeropuerto a Bob Perry y Budge Patty, y un paquete que le entregaron en aduanas. Tras dejar en el hotel a los jugadores, Corominas fue a las oficinas del club y escribió en la hoja de llegadas: B. Patty, B. Perry y J. Paquet.

Lerín pensó que Paquet era un tenista, lo bautizó como John, y lo colocó en el cuadro principal para enfrentars­e en primera ronda a Mario Castellà, quién lógicament­e ganó por incomparec­encia. Tras John

Paquet, apareció A la Rue (A la calle). El reto más difícil se produjo en 1959. Los australian­os Roy Emerson y Neale Fraser se habían clasificad­o para la final. Nadie esperaba una jornada marcada por una gran borrasca que trajo una lluvia persistent­e a la ciudad. Por compromiso­s inevitable­s, Emerson y Fraser debían abandonar Barcelona en la mañana del lunes. No había opciones de posponer la final. El Real Club de Tenis Barcelona movió los hilos para que el torneo no se quedara sin campeón.

A las 22.45h, con las gradas llenas, la final daba comienzo en el Palacio de los Deportes sobre pista de cemento. En tiempo récord, con promoción del cambio a la salida de los partidos de fútbol, el club montó una pista y salvó las finales de individual y dobles que concluyero­n a les tres de la madrugada.

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inventó jugadores inexistent­es sin ser consciente
LV Miguel Lerín. Responsabl­e técnico del torneo en los años cincuenta, se inventó jugadores inexistent­es sin ser consciente

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