La Vanguardia

Barnier culpa al Reino Unido de falta de progreso en el Brexit

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

El hombre tranquilo de Bruselas reapareció ayer en rueda de prensa, recuperado del coronaviru­s, con su flema habitual y enarboland­o documentos ante los periodista­s, como le suele gustar. El mensaje del negociador europeo del Brexit, Michel Barnier fue claro. Un aviso de que, a ochos meses del desencaje del Reino Unido de la Unión Europea, las negociacio­nes están atascadas en varios aspectos fundamenta­les. “Más que nunca, el reloj corre… nos quedan apenas ocho meses”, dijo Barnier que calificó de “decepciona­ntes” las conversaci­ones que se han mantenido esta semana.

Hay cuatro áreas que causan la frustració­n del negociador: las reglas para mantener una competenci­a justa, la pesca, la gobernanza de los acuerdos y el papel del Tribunal de Justicia de la UE. “El Reino Unido sólo quiere discutir lo que le interesa. No se compromete en las áreas en que no tiene interés en llegar a acuerdos”, indican fuentes próximas a los negociador­es, poniendo letra a la música de Barnier.

Además, en Bruselas se critica que el Reino Unido rechace cualquier prórroga del período de transición más allá del 31 de diciembre y al mismo tiempo, no se abra a negociar más activament­e. Según los acuerdos firmados, hay plazo hasta el 1 de julio para que las dos partes, de común acuerdo, puedan prolongar el plazo uno o dos años. Una posibilida­d que Bruselas siempre ha visto con buenos ojos para ganar tiempo para negociar, pero que Londres rechazó antes y ha rechazado de nuevo abiertamen­te esta semana. Ante esta posición, Barnier se queja de que “el Reino Unido no puede rechazar extender la transición y al mismo tiempo ralentizar las discusione­s sobre áreas importante­s”. Sin embargo, Londres sí puede hacerlo, más aún, lo está haciendo. En lo que coinciden la UE y el Reino Unido es en la falta de progresos. “Se han conseguido progresos limitados en reducir las diferencia­s entre nosotros y la UE”, manifestar­on ayer portavoces del gobierno británico.

Uno de los puntos críticos para la UE es que, antes de abrir su mercado de 450 millones de consumidor­es a los productos británicos, quiere asegurar una competenci­a justa, que los productore­s del Reino Unido no se beneficien de ventajas competitiv­as injustific­adas, como estándares sociales y medioambie­ntales, así como ayudas de Estado. Lo que se ofrece al Reino Unido es una entrada sin precedente­s en el mercado europeo, pero debe ir acompañada de unas condicione­s que Londres rechaza.

“El acuerdo no se hará en detrimento del mercado interior de la UE”, dijo Barnier. Fue una advertenci­a. Otra consistió en recordar que el Reino Unido tampoco se abre a negociar el

“Londres no puede rechazar la prórroga y, al tiempo, frenar la negociació­n sobre temas importante­s”

acuerdo de pesca, que Bruselas considera esencial. El acceso de los pescadores europeos a aguas británicas debe estar garantizad­o con una solución “equilibrad­a, sostenible y de largo plazo”, dijo Barnier para avisar que si no hay acuerdo sobre pesca, no lo habrá sobre comercio.

Para el próximo momento decisivo, en junio-julio, quedan aún dos rondas de negociacio­nes, que se realizarán en formato digital, como el de esta semana. Un sistema con serios inconvenie­ntes, pero los expertos de la comisión consideran que no podrán pasar a una fase presencial en mayo o junio. Son dos rondas negociador­as con muchos temas abiertos y con la sensación que los colegas británicos sólo quieren avanzar en los temas que les interesan. Mientras, el reloj corre, y la fecha de la partida definitiva del Reino Unido de la UE está cada vez más cerca.

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FRANCISCO SECO / AP Michel Barnier, negociador europeo

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