La Vanguardia

Mucha pantalla y un toque de flamenco

- SARA SANS PAU RICOMÀ Alcalde de Tarragona

No ha vuelto al Ayuntamien­to desde que se decretó el estado de alarma. “¿Para qué? No hay nadie y tenían que ir dos conserjes sólo para que yo estuviera en el despacho”, dice Pau Ricomà. Y pantalla por pantalla, mejor la de casa y confinado. La agenda del alcalde de Tarragona se ha convertido en una cadena de videollama­das. La primera, con el gabinete de crisis que aborda el día a día de la ciudad confinada; la última, casi siempre con sus dos nietos, de seis y cuatro años.

“La tecnología ayuda a que todo esto sea soportable, al menos podemos vernos las caras”, dice. Aunque lo que más le apetece ahora son abrazos. Ha salido de casa en contadas ocasiones, algunas para grabar vídeos que su gabinete ha difundido a través de las redes. Uno, al principio del confinamie­nto para pedir civismo y tirar la basura donde y cuando toca. Otro, el de antes de Semana Santa, para animar a la gente a reservar la mona en las pastelería­s de la ciudad.

Frente a la pantalla, las horas le pasan rápidas al dirigente de ERC, pero reconoce que al desaparece­r las visitas y los actos protocolar­ios que llenaban sus tardes, ahora puede “seguir más de cerca los asuntos y hablar más con los concejales y los técnicos implicados”.

Tiene una teoría: “Esta crisis es muy profunda y rápida, pero no tanto como la del 2008. Aquella fue financiera y concentrad­a en el sector inmobiliar­io, todos pensábamos que un piso nunca bajaría de precio y gastamos más de lo que podíamos”. ¿Y ahora? “Ahora tenemos un problema puntual pero si a las administra­ciones nos permiten endeudarno­s a tres, cuatro o cinco años para poder inyectar dinero, podremos recuperarn­os”.

Mantiene algunas rutinas, como participar cada día con su mujer en el concurso on line Museum Quiz a Casa y los fines de semana, vermut en el balcón, donde sale puntualmen­te a las ocho para aplaudir. Sin falta. “Supongo que porque estamos cerca del hospital, aquí todo el mundo aplaudimos y es el momento de vernos, saludarnos, alguien canta, otro toca un instrument­o...”.

No ha podido terminar ninguno de los libros de la mesilla de noche, y algunas películas le cuestan días porque le puede el sueño. Aún así, ha recuperado El gatopardo, alguna de Polanski o la primera de Godard. Lo que no falta es un tan extenso como ecléctico menú musical que puede incluir a Lou Reed, Tracy Chapman o Billie Holiday y siempre, siempre, algo de flamenco, sea de José Menese o de Camarón.

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