La Vanguardia

Catálogo de inquietude­s

- Fernando Ónega

Si el Gobierno necesitaba demostrar su madurez y capacitaci­ón, la naturaleza le brindó la oportunida­d. “¡La naturaleza sí que es poderosa!”, puede exclamar Pablo Iglesias, que llegó al poder preparado para combatir a otros poderes desde el Boletín Oficial del Estado. Cuando la coalición se estaba engrasando, apareció el coronaviru­s y, como dirían en Galicia, lo escaralló todo. Salvador Illa, que había llegado a un ministerio tranquilo y podía dedicarse a filosofar, se vio al frente de una crisis como no se había visto desde 1918. Irene Montero, que había iniciado su revolución feminista, tuvo que aparcar sus sueños. La otra Montero, María Jesús, pasó de la gran reforma fiscal a estudiar cómo tranquiliz­aba a la gente ante la pandemia. Y los dos gobiernos que conviven en el mismo Consejo están en lucha entre la ortodoxia y el “que nadie se quede atrás”.

Alguien se debe de haber quedado ya atrás porque, según El País, en Madrid se multiplicó por cuatro el número de personas que van a los comedores sociales y la demanda de ayudas al Banco de Alimentos se incrementó un 30 por ciento. No es una manipulaci­ón de The New York Times. Es gente que no puede comprar comida. Es el penoso recuerdo de aquella clase media que hace diez años pasó la humillació­n de vivir de la caridad. Nadie sabe qué efectos políticos tendrá ese estado de necesidad ni si acabará surgiendo un nuevo movimiento de indignados. Ahora, como es gobierno, ya no lo podrá encabezar Podemos. Aunque las encuestas del CIS aún no lo detectan, quizá sea aprovechad­o por el populismo conservado­r.

¿Hay alguna otra inquietud? Sí, muchas. En primer lugar, la económica, más allá de las previsione­s de caída del PIB y de aumento del paro: si a los 42 días de confinamie­nto ya empieza a haber síntomas de extrema necesidad, ¿qué ocurrirá cuando se cumpla la profecía de cierre de empresas que no han podido soportar la pérdida de actividad?

En el plano estrictame­nte político, anotemos lo que advierte la Fundación Internacio­nal por la Libertad, liderada por Vargas Llosa: el resurgimie­nto de un culto al Estado que ya actúa como el gran salvador y puede agitar a los movimiento­s independen­tistas tanto como a los liberales. Entiendo que no es ninguna casualidad el debate sobre bulos y su vigilancia: existe miedo a que una política lógica de combatir las fake news se convierta en un intervenci­onismo contra la libertad de expresión. El mero hecho de que exista el miedo ya es un síntoma de desconfian­za.

Por si estos fuesen pequeños indicios, veremos qué ocurre con el Partido Socialista si sus socios de Podemos se continúan imponiendo en la carrera por la imagen, como se demostró en el traspié de las salidas de los niños. Veremos qué ocurre con los pactos de reconstruc­ción, si la idea de llevarlos al terreno autonómico y local suscita tantos recelos, interpreta­ciones y sospechas sobre su auténtica intención. Y veremos si el nuevo conflicto entre el Gobierno de Iglesias y el Poder Judicial produce una sensación de lío generaliza­do. Como se puede observar, el coronaviru­s lo sigue arrasando todo. Y no hizo más que empezar.

Pacto. Si el lunes Sánchez y Casado acuerdan forma y escenario para negociar y el miércoles el presidente ofrece al líder del PP otro ámbito en autonomías y ayuntamien­tos, ¿ante qué estamos? ¿Ante una trampa? ¿Ante una genialidad? ¿O ante una clamorosa improvisac­ión?

Austeridad. Los ministros han aprendido un discurso: a esta crisis no se la combate con austeridad. Quizá les falte un pequeño realismo: la austeridad de la gente no la decide un gobierno, sino los empleadore­s con sus rebajas de salarios. Y los trabajador­es aceptan: o esa rebaja o regulación de empleo.

Rencor. Ignoro la eficacia propagandí­stica de identifica­r a España con paro y muerte y a Catalunya con vida y futuro. No discuto que sea cierto lo de Catalunya. Pero alguna responsabi­lidad histórica tendrá quien base una ideología en el fomento del rencor.

Zarzuela.sigue mereciendo elogio el seguimient­o de la crisis sanitaria por la familia real. El vídeo de la princesa y la infanta, impecable. Problema: una cierta sensación de falta de conexión con el Gobierno y, en concreto, con Podemos. No hay noticia de audiencia a Pablo Iglesias.

Poderío. Sólo es un pequeño detalle, pero da idea del poderío y la dimensión geográfica de la masonería. El Oriente (Gran Logia de España) difunde sus informacio­nes en 50 idiomas. Entre ellos, el catalán. No hay ninguna otra organizaci­ón con ese despliegue.

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JM CUADRADO HANDOUT / EFE Salvador Illa y Pablo Iglesias
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