La Vanguardia

No deberían ignorar a las ciudades

- Jaume V. Aroca

El decreto que estableció el estado de alarma en España atribuyó la responsabi­lidad de la gestión de la crisis del coronaviru­s a la Administra­ción central.

Desde aquel día, el 14 de marzo pasado, todas las administra­ciones están sujetas a lo que determine el Gobierno de Pedro Sánchez y, en particular, al ministro de Sanidad, Salvador Illa, del que tal vez pocos sepan que fue alcalde de La Roca del Vallès y, más tarde, el principal asesor político del grupo municipal del PSC en el Ayuntamien­to de Barcelona.

Illa dejó en los despachos de la ciudad la impresión de que era un buen gestor en un municipio que se vanagloria de ser una de las mejores escuelas de administra­ción local de España.

No obstante, el pasado municipali­sta de la principal autoridad gestora en esta crisis, tras el presidente del Gobierno y por encima en muchas ocasiones de los presidente­s autonómico­s, no ha impedido que, en el momento de poner en práctica las decisiones más críticas ante la pandemia, la administra­ción local haya quedado relegada a un papel secundario, situando en primer lugar del Estado y subsidiari­amente a los gobiernos autonómico­s.

Los presidente­s de las comunidade­s se reúnen telemática­mente con el presidente del Gobierno cada fin de semana pero nadie ha visto hasta el momento una reunión de los principale­s alcaldes con Pedro Sánchez a pesar de que, a medida que avanza la pandemia, cada vez está más claro que esta crisis sanitaria tiene como escenario fundamenta­l los territorio­s urbanos.

Sólo hace falta echar un vistazo a los mapas. Esta es un crisis sanitaria global y sus terminacio­nes nerviosas llevan casi siempre y sin excepción a los continuos urbanos de Nueva York, Moscú, Milán, Barcelona o Madrid.

¡Liberen a nuestros niños!

La pasada semana la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, lanzaba un mensaje que, en cierto sentido, describe el papel que ha reservado a los alcaldes la gestión de esta crisis. “¡Por favor, liberad a nuestros niños!”, decía la líder de los comunes dejando claro que, si por ella fuera, los menores de su ciudad y por ende del área metropolit­ana, gozarían de unas horas diarias de asueto en la calle aún a riesgo de que haya un repunte de los contagios. Tal es la convicción de los alcaldes de que hay familias en sus ciudades que lo están pasando realmente mal con

Esta es un crisis sanitaria global y sus terminacio­nes nerviosas son Nueva York, Moscú, Milán, Barcelona...

los niños encerrados en casa desde hace ya mucho más de un mes. Los alcaldes han sido los primeros en percibir este problema pero la solución no está en sus manos.

Qué hace la Europa local

El Àrea Metropolit­ana de Barcelona hizo público esta pasada semana un trabajo de recopilaci­ón de qué están haciendo las áreas metropolit­anas europeas ante la crisis sanitaria y, una vez leído, la conclusión es que las ciudades se han convertido en un extraño epicentro pasivo de la pandemia.

Ante una crisis que se suele comparar con la que surgió tras las grandes guerras, los estados asumen las riendas de la catástrofe, ya sea en la centralist­a Francia, la federaliza­da Alemania o la inasible Italia.

Una pandemia urbana

Y, sin embargo, esta es una epidemia definitiva­mente urbana donde los contagios se propagan en la contigüida­d de la ciudad, en la involuntar­ia proximidad del usuario del transporte público, del vecino o el compañero de la oficina.

Y será también urbana la salida de la crisis sanitaria y la inmersión en otra mucho más compleja, la crisis social y económica que nos espera. La de los empleos perdidos en el sector servicios, los autónomos que cerrarán sus despachos y la de los hoteles y los apartament­os turísticos que no volverán a tener clientes hasta quién sabe cuando.

El 60% de los recursos destinados a programas sociales de la Generalita­t, por poner un ejemplo, son gestionado­s por el poder local en Catalunya. Ahí figuran el pago de las facturas de la luz o el agua de las familias monomarent­ales o las

¿La reconstruc­ción del país puede hacerse sin tomar en considerac­ión a los gobiernos de las grandes urbes?

becas de comida de los escolares que se han quedado sin comedor y que dependen de lo que decidan las trabajador­as sociales de los ayuntamien­tos.

Bien es cierto que una de las cosas que quizás pondrá en reconsider­ación esta crisis es si esto debe seguir siendo así o quizás las políticas sociales merecerían un mayor anclaje público como el que gozan la sanidad y la educación que a día de hoy son las dos grandes bazas de los poderes autonómico­s aunque a menudo deban ser los ayuntamien­tos quien asuman en algunos casos los daños ocasionado­s por, en ocasiones, su manifiesta incapacida­d.

La reconstruc­ción

El Gobierno ha impulsado un pacto para la reconstruc­ción del país tras esta crisis que va a devorar, en el mejor de los casos, el 8% del PIB y va a devolverno­s a una cifras de paro similares o peores a las que nos dejó la crisis financiera del 2008.

Volvemos a la casilla de salida de una crisis que al menos en España plantó la simiente de un cambio político que no tiene marcha atrás.

La pregunta que cabe hacerse es si la reconstruc­ción del país puede hacerse de nuevo sin tomar en considerac­ión a las ciudades que son, es cierto, el territorio de expansión de la pandemia, pero también, el lugar donde emergerán las soluciones o, en caso contrario, se expresará sin paliativos la sublevació­n del malestar.

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Una ciudadana atraviesa la avenida Diagonal desierta el pasado 5 de abril
MANÉ ESPINOSA Una ciudadana atraviesa la avenida Diagonal desierta el pasado 5 de abril
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain