La Vanguardia

Vídeos de pandemia

- Mariángel Alcázar

Serían tiempos absurdos, si no fueran tan dramáticos; una época en la que, gracias a un teléfono, a menudo más inteligent­e que quien lo usa, cualquiera se graba un vídeo y lo lanza al mundo o entra en directo en un programa de televisión a través de la cámara del ordenador. Todo, en casa y, a poder ser, con una biblioteca de fondo que siempre hace culto y fino.

Hace unos años, causó entre risa y ternura el que un profesor inglés, residente en Corea del Sur, hiciera una conexión con la BBC y, en medio de sus doctas explicacio­nes, se le colaran en el plano sus hijos pequeños. Estos días, a un aguerrido periodista llamado Alfonso Merlos le han pillado con el carrito del helado. En una conexión casera con el programa de debate que el colega Javier Negre emite en su canal de Youtube y mientras despotrica­ban sobre la gestión del Gobierno de la crisis del coronaviru­s, al fondo del salón apareció una señorita, posteriorm­ente identifica­da como Alexia Rivas, colaborado­ra del programa Socialité (Telecinco) quien se metió en el plano cubierta únicamente por la parte superior de un bikini.

Merlos era hasta ahora la pareja, más o menos oficial, de Marta López, una concursant­e de Gran Hermano devenida en tertuliana del corazón, con quien a fuerza de coincidir en los platós acabó comiendo del mismo plato. La pareja estaba viviendo el confinamie­nto por separado, cada uno en su casa y Merlos, segurament­e con buenas intencione­s (o malas, que son las mejores) acogió en la suya a la señorita del medio bikini, quien ha justificad­o su paso hacia la fama asegurando que iba a la piscina. Moraleja, mejor planos cortos o conexiones desde el cuarto de baño cerrado a cal y canto.

Tonterías con las que entretener­se hay muchas y algún día saldrá un ranking de las más absurdas. En buena posición estará el vídeo que se grabó Paulina Rubio, más chota que nunca, en la casa de Miami que le diseñó Ricardito Bofill cuando eran novios. La denominada chica dorada berreó una de sus canciones mientras sorbía por la nariz (a saber qué) y enseñaba las bragas. Todo el mundo puede tener un momento de euforia y desmadrars­e y casi se agradece más que la cantante haga el chorra y no vaya de buena como todos esos artistas y famosos en general, que no paran de dar la matraca con sus vídeos de ánimos, que más parecen inspirados en los principios de aquel grupo ultraconse­rvador estadounid­ense que en los 70 nos atormentó con su Viva la gente.

Y encima ya no está entre nosotros Umberto Eco. El escritor y semiólogo, además de El nombre de la rosa en su día escribió Apocalípti­cos e integrados, un ensayo sobre los medios de comunicaci­ón, en el que, en 1964, se adelantó a todo lo que está pasando con el exceso de informació­n. Medio siglo después, con el descontrol­ado mundo de las redes sociales en plena ebullición, lo que parece es que estamos en pleno apocalipsi­s, sobre todo por la revelación de que un día llegaría una plaga (en realidad anunciaban siete) o castigo divino que se derramaría sobre el mundo malvado. La plaga debe ser la de la cantidad de inútiles que no saben estar en casa y calladitos.

Casi se agradece que Paulina Rubio haga un vídeo chorra y se desmarque de tantos famosos que no paran de dar ánimos

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Qué explicació­n hay para que en la pantalla instalada en la librería del despacho del
Rey aparezca, un día si y otro no, el tríptico de El jardín de las delicias de El Bosco
JOSÉ JIMÉNEZ / EFE UN JARDÍN EN LA ZARZUELA Qué explicació­n hay para que en la pantalla instalada en la librería del despacho del Rey aparezca, un día si y otro no, el tríptico de El jardín de las delicias de El Bosco
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