Tres prototipos de masculinidad
Los dos primeros capítulos de la serie The last dance (Netflix) prometen un rigor favorable al carisma de su protagonista, Michael Jordan. Habrá ocho capítulos más, que repasan la trayectoria estratosférica de Jordan con un arsenal de imágenes de archivo que ayudan a situar al espectador. Un espectador que no necesita ser fan del basquet ni de la NBA para disfrutar de la dimensión deportiva y empresarial del personaje y, al mismo tiempo, entretenerse con las divisiones y egolatrías tan características del deporte de élite.
CHICAGO. La serie es, como lleva años ocurriendo, el equivalente audiovisual de una biografía autorizada. Sólo de esta forma se explica la presencia colaboradora de un Michael Jordan que, pasados los años, contempla su propia obra con un orgullo y una satisfacción indisimulados y fumándose un puro. Y, de fondo, la historia moderna de una franquicia, los Chicago Bulls, que justifica que aparezcan testimonios como los de los expresidentes Bill Clinton y Barak Obama. Si los secundarios tienen esta categoría, imaginad el nivel del protagonista.
LOS ÁNGELES. Categoría y clasicismo, estas son las virtudes de la serie Bosch (Amazon Prime), sobre la cual siempre apetece escribir. La sexta temporada sigue explotándolas con un tempo que reconforta porque no busca la truculencia o el efectismo acrobático de guion. Los conflictos morales de las tramas siempre remiten a la mitología del western: lealtad, justicia, duelo, lucha contra el mal y la conciencia de saber que, como máximo, sólo se puede aspirar a hacer lo correcto. El detective Harry Bosch es el cemento introvertido que cohesiona el argumento. Lo hace con sobriedad y laconismo, acompañado por secundarios que ya son clásicos, como su hija, que ha dejado de ser una adolescente, sus compañeros de comisaría, los abogados, su perro Coltrane y su ciudad, Los Ángeles, que se ofrece como el mejor papel para envolver un regalo para los seriéfilos. Detalle de calidad: que el mafioso haitiano que mueve los hilos de una organización criminal sea un lector de Marcel Proust.
Los conflictos morales de las tramas de ‘Bosch’ siempre nos remiten a la mitología del western
PARÍS. Ojalá alguna plataforma acabe estrenando la serie de seis capítulos Dérapages, producida por Arte. Es la adaptación de la novela Recursos inhumanos de Pierre Lemaitre, un alegato contra las peores prácticas de selección de personal del capitalismo salvaje. Su ingrediente más espectacular es la elección del protagonista: el exfutbolista Éric Cantona. Aquí ejerce de protagonista total y tiene la capacidad de ponerse fielmente al servicio de su personaje y, al mismo tiempo, ser coherente con la imagen de rebeldía colérica que lo definía como jugador, capaz de enfrentarse a todo tipo de gigantes. Aparentemente, la premisa es sencilla: un hombre que lleva cinco años en el paro (Cantona) metido en un pozo de desesperación se aferra a una sospechosa oferta de trabajo que le obliga a cambiar de principios y a revolucionar sus convicciones morales, familiares y sociales. ¿Género? Thriller político y social de calidad, trepidante, moderadamente inverosímil y con una corrosiva intención de denuncia.