La Vanguardia

Diferentes modelos de abordar la crisis

- Ingeborg Porcar UTCCB/UAB – Centro experto IMA – Consorci Sanitari de Barcelona @UTCCB

En la columna de ayer abordamos la realidad conocida de que para algunas personas, familias y organizaci­ones la pandemia será una oportunida­d para crecer, pero para otras lo que está ocurriendo tendrá un profundo efecto desestabil­izador e, incluso, destructor.

Si hay una parte de la sociedad que no va ser capaz de recuperars­e de forma satisfacto­ria de lo que nos está pasando, ¿cuál es la actitud inteligent­e, sostenible y eficiente? ¿Debemos dejar pasar el tiempo para descubrir paulatinam­ente a todos los que están experiment­ando dificultad­es y tratarlos entonces, con problemas ya cronificad­os? O, por el contrario, ¿debemos monitoriza­r al máximo número de personas posible para evaluar sus factores protectore­s y de riesgo y así establecer un pronóstico lo más certero posible de su evolución? En función de ese pronóstico, a personas y familias en mayor riesgo les podríamos asignar el mayor número de recursos, mientras que a los que tienen un buen pronóstico les podríamos trasladar la responsabi­lidad de avisarnos si algo se complica.

Esta es la disyuntiva ante la que se encuentran los organismos de salud pública, consciente­s de que tanto la pandemia con sus terribles cifras de muertos como el confinamie­nto total que muchos países han tenido que decretar van a tener un impacto muy importante en la salud mental de la población.

Para responder con acierto a este reto, las autoridade­s sanitarias deberían saber que el primer modelo, el de confiar en la recuperaci­ón espontánea de las personas y luego tratar a quienes no han sido capaces de superar las dificultad­es, se practicó desde los inicios de la psicología de las crisis y las emergencia­s en la década de 1980 y hasta aproximada­mente el año 2005. En ese momento, tras los estudios por el impacto del atentado de las Torres Gemelas en el 2001, se demostró el enorme coste económico de la afectación psicológic­a de las personas, tanto en términos de necesidade­s asistencia­les como de coste por incapacida­d laboral. Desde entonces, el modelo de abordaje del impacto psicológic­o de las crisis es el seguimient­o preventivo, es decir, la monitoriza­ción de los afectados con el fin de estimular su capacidad de afrontamie­nto saludable y de resilienci­a, pero también con el objetivo de detectar las personas de mayor riesgo y dedicarles un atención mucho más cercana, para evitar que inicien el camino del deterioro. En próximas columnas concretaré más el modelo de seguimient­o preventivo en los diferentes estamentos de la sociedad.

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