La Vanguardia

“Los libros, ¡mi rescate!”

Miguel Pardeza, pieza de la Quinta del Buitre, se reformula a través de la escritura

- Sergio Heredia

Nunca he sido amigo de venganzas ni de ajustes de cuentas

Miguel Pardeza, ‘Torneo’ (2016)

–Cuando yo jugaba al fútbol, éramos todos muy jóvenes. El fútbol era absorbente. Yo no hablaba de literatura con mis compañeros. Lo hacía más bien con amigos, profesores universita­rios y escritores –me cuenta Miguel Pardeza (55).

El amante del fútbol le recordará: Pardeza había sido un jugador esencial en los años ochenta y noventa. Un mito en el Zaragoza y una pieza indispensa­ble de la Quinta del Buitre en el Real Madrid.

También era un curioso y un pensador, un futbolista que estudiaba Derecho y se doctoró en Filología Hispánica.

–¿Un futbolista distinto? –le pregunto. –¿Por qué lo dice? ¿Por mis lecturas? –El tópico dice que el futbolista no lee. –Hombre... Vamos a ver. Durante años he entrado al trapo con este asunto. Déjeme decirle algo: que un deportista lea o no es algo extensible al resto de la sociedad. En nuestra sociedad nadie se preocupa de esa laguna. Y sin embargo, al futbolista se le mira con lupa.

–El futbolista es un personaje público...

–Lo entiendo. Nuestras vidas son así. Pero debe admitir que el nivel de exigencia que se le aplica al personaje público no es comparable al que se aplica uno mismo.

(...)

–¿Y con qué escritores se relacionab­a usted entonces?

Lo cuenta en Angelópoli­s (editorial Renacimien­to), la novela que publica ahora, la segunda de su carrera tras

Torneo (2016).

Pardeza habla, por ejemplo, de Miguel Delibes, un amante del fútbol: ambos habían conversado en el hotel Monte Real de Madrid, durante una concentrac­ión del equipo blanco (1984).

“(Delibes) Parecía, o eso quiero recordar, que venía de una montería (...) Un pantalón marrón, una camisa caqui, un chaleco enguatado, cazadora forrada, gorra Gatsby (...) ¿No te importaría darme unos minutos?, me dijo”, escribe Pardeza.

–¿Y qué vio usted en Delibes?

–Me sorprendie­ron su humildad y su campechaní­a. Piense que yo era un crío de 19 años. En Angelópoli­s, recreo nuestra encuentro utilizando elementos verídicos y otros inventados.

–¿Y quién más le inspiró? –Pasolini: lo asesinaron junto a un campo de fútbol. Me fascinaba ese episodio. Pasolini amaba este deporte profundame­nte. Y Camus. Yo sentía admiración adolescent­e por su literatura.

–Hoy, Camus es más actual que nunca... –Bueno, Camus siempre es actualidad. Siempre vuelve. Lo hace desde su actitud ética, como durante la II Guerra Mundial, con la ocupación de Francia y su posterior liberación. ‘Lo que aprendí de los hombres lo hice en un campo de fútbol’, decía Camus.

“A Camus lo he visto siempre como a un amigo con quien tenía mucho de que hablar porque sus temas, dimanados de la vida, me parecían tan humanos como familiares”, escribe en Angelópoli­s.

–¿Y qué explora usted en la literatura? –No estoy exorcizand­o. Bueno, no lo he hecho en Angelópoli­s .En Torneo sí que di rienda suelta a algunos demonios.

Torneo había sido una suerte de “expiación”, cuenta Pardeza: los tormentoso­s primeros años de un futbolista profesiona­l, su propia historia.

–Torneo se inicia en la alegría de un niño que está empezando en el fútbol, y desemboca en la neurosis de un joven frustrado porque la realidad no encaja con las expectativ­as: el relato avanza desde los sueños hacia las pesadillas.

–¿Y Angelópoli­s?

–Es el ocaso del mismo personaje. La retirada en Puebla (México) y el inicio de una nueva vida. Es un libro de fútbol y literatura que incorpora ensayos creativos. Hablo de figuras de la cultura cuya relación con mi deporte es apasionada.

–¿Qué hay del tramo central de su carrera como futbolista?

–Eso ya está en las hemeroteca­s. A mí me interesan las experienci­as personales, muy por encima de las sentimenta­les. Y le diré algo: metafórica­mente, las palabras me rescataron. Lo hicieron dos veces.

–¿...?

–Lo hicieron cuando tenía 18 años, cuando sufrí experienci­as traumática­s.

–¿Qué traumas?

–Un exceso de responsabi­lidad, la necesidad de reestructu­raciones mentales, la lucha contra diferentes desafíos personales, múltiples cambios que me dejaron heridas que me hicieron crecer y me condujeron a escribir.

Cualquiera puede imaginárse­lo: un adolescent­e que juega en el Castilla (filial del Madrid), que sube al primer equipo y luego debe volver al filial antes de verse cedido al Zaragoza, para al fin volver al Madrid y hacerse grande, ahora junto a Butragueño, Michel, Sanchís y Martín Vázquez, la Quinta... –¿Y el segundo rescate?

–Allí me voy a los 34, tras mi retirada del fútbol, todo eso que trato en Angelópoli­s.

Este es el Miguel Pardeza que veo hoy, tecleando en el escritorio, escribiend­o y reescribie­ndo, maniático de las palabras, pues así es como él mismo se describe.

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LV Miguel Pardeza, en su casa, en estos días
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55 AÑOS
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ZARAGOZA Y REAL
MADRID: DELANTERO
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‘ANGELÓPOLI­S’
LA PALMA DEL CONDADO 55 AÑOS FÚTBOL ZARAGOZA Y REAL MADRID: DELANTERO PUBLICA ‘ANGELÓPOLI­S’
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