Confirmación de la sospecha
El 19 de marzo se publicó el decreto 297/2020 en el Boletín Oficial de la República de Argentina. Era la aplicación nacional de una medida que han ido adoptando gobiernos de medio mundo. “Que, con el objetivo de proteger la salud pública como una obligación inalienable del Estado nacional, se establece para todas las personas que habitan en el país o se encuentren en él, la medida de aislamiento social, preventivo y obligatorio”. Del uso de las primeras letras de las palabras en cursiva sale el acrónimo ASPO. Es el nombre de la iniciativa impulsada por Pablo González, un diseñador gráfico que trabaja para varias editoriales que difunden pensamiento antisistema, entendiendo el sistema (tú ya me entiendes) como el de la globalización capitalista. ASPO se estrena recopilando reflexiones en torno a la pandemia publicadas entre el 26 de febrero y el 28 de marzo. Se titula Sopa de Wuhan –porque durante los primeros días se dijo que el coronavirus había pasado a los humanos en aquella ciudad de China a través de una sopa de murciélagos–, y en la cubierta, muy buena, se apilan dibujos de murciélagos que hizo el científico Ernst Haeckel.
El primer texto lo firma el único de los 15 autores que repite: Giorgio Agamben. En la breve presentación del filósofo se dice que investiga “la presente situación metafísica de Occidente y su posible salida”. Pero la salida que de entrada propuso era criminal, como sabemos ahora que somos conscientes de la altísima capacidad de contagio del SARS-COV-2. A la hora de comprender el peligro de la pandemia, Agamben se lo miraba con una ópticatirandoanegacionista,yesolepermitía dejar de hablar de la enfermedad para hacer encajar sospechas foucaultianas en su reflexión: “Habiendo agotado el terrorismo como causa de las medidas excepcionales, la invención de una epidemia puede ofrecer el pretexto ideal para extenderlas más allá de todos los límites”. Afortunadamente el tercer texto del volumen, escrito por su amigo Jean-luc Nancy, impugna esta idea, afirmando que el virus es lo excepcional y que cargar contra los gobiernos es menos una reflexión política y más una maniobra de distracción. Pero es con estas maniobras que se distraen la mayoría de los autores del volumen. Desde el Zizek que reclama “un cambio radical” para construir “una sociedad alternativa” y hasta Paul B. Preciado, que, después de ver confirmados sus análisis de los últimos años (el advenimiento del “sujeto del techno-patriarcado neoliberal”, aquel que él vio encarnado en el creador de Playboy), hace la llamada que profetizan los utopistas de siempre: “Si queremos resistir a la sumisión, nosotros debemos mutar”.
Uno de los artículos de Sopa de Wuhan lo escribió Santiago López Petit y originariamente lo publicaron los camaradas de Crític. Afirmaba que “la naturalización actual de la muerte cancela el pensamiento crítico”. También podría ser que la pandemia, precisamente, esté provocando exactamente lo contrario. Como la atención mundial se concentra en sanar la enfermedad, los discursos marginales adquieren una singular preponderancia. “¿Qué pasa si decidimos preparar nuestros cuerpos para el contagio?”, se pregunta María Galindo. Fácil: morirán miles y miles de personas más. “Estamos en manos de psicópatas y de un sistema necropolítico, absoluto y desvergonzadamente asesino ”, dice Patricia Manrique, obviando que es gracias a dicho sistema que la Europa imperfecta que maldicen es todavía el espacio de derechos y libertades mayor del mundo .|
Pablo Amadeo (ed.)
Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias
ASPO. 188 PÁGINAS. GRATUITO Y DE LIBRE CIRCULACIÓN EN
INTERNET
Es gracias a dicho sistema que la Europa imperfecta que maldicen es todavía un espacio de derechos