La Vanguardia

Las raíces del odio

- J.A. MASOLIVER RÓDENAS

Isabel Bono (Málaga, 1964) ha sido conocida durante mucho tiempo como poeta, con títulos como Los días felices (2003), Poesía reunida Geyper (2009), Pan comido (2011) o Los seco (2017), con unos versos que suenan a proféticos: nueve metros cuadrados/de libertad/ para auscultar paredes.

Con su primera novela obtuvo el premio Café Gijón 2016 con Una casa en Bleturge, donde aparece ya el tema del suicidio, que es central en Diario del asco. Marcada por la intensidad de la poesía, sin que pueda hablarse de prosa lírica, algunas declaracio­nes suyas sirven para iluminar la naturaleza de su escritura: “Creo que en lo dramático hay también humor y algo de ironía”, o “la felicidad es muy triste”.

Mateo, el narrador de Diario del asco ,lo ha escrito por sugerencia de su psiquiatra y el título responde al espíritu del libro y al carácter del personaje. “Vengo a contar mi historia”, se dice a sí mismo, se lo dice a la terapeuta y nos lo dice a nosotros. Esta es también la historia de un hombre que vuelve a casa con las muñecas cosidas y vendadas después de haber estado ingresado por intentar suicidarse, apenas se entera de que el amor de su vida se ha arrojado por el viaducto, como intentó hacerlo cuando su madre se arrojó por la ventana. Todo ello le lleva a preguntars­e cómo ha podido ocurrir tanta desgracia y su grado de responsabi­lidad. “Quizá mi sitio no es este, pensó mi madre. Quizá mi sitio tampoco sea este. Quizá mi sitio sea no estar”. En ningún momento culpa a la sociedad, que aquí no aparece, como no aparece la fecha en que ocurre la acción y apenas el lugar: sabemos que vive en una ciudad cerca de la costa, frente a un mar “tan dócil que parece muerto”.

La novela debe su intensidad, su opresiva psicología, a que se limita a una familia, donde todos sus miembros aparecen minuciosam­ente retratados. Mateo no sabe vivir sin sentirse culpable, siente que “quizá mi sitio no sea este”, “tiene demasiado tiempo para pensar”. Odia a su padre, con el que vive desde que murió la madre. Odia a su hermano. “Qué asco todo”, “qué asco me dais todos”. Se casó por inercia y por comodidad, porque su mujer, Amalia, se lo pidió. “Nunca sentiste amor por ella. Nunca sentiste nada”. Y cuando se va de casa, no le importa. Micaela, a sus dieciocho años, fue el “dulce milagro que me hizo amar la vida dos meses”. Se suicidó sin despedirse, y él siente que no supo salvarla. Algo parecido ocurre con la madre, para quien caer enferma de cáncer fue una excusa para suicidarse, porque el mundo no le gustaba, “mi madre no valoraba el estar viva”. “A veces me pregunto desde cuándo tenía ganas de morir. No de morir, de no estar”. En cuanto al padre, probableme­nte no estaba bien de la cabeza, “las desgracias de la tele le vuelven loco”, fue un hijo de puta con su mujer, y cuando ella muere, Mateo se va a vivir con él y “verlo tan mayor y con la casa tan sucia le dio pena y asco”, “nuestra familia rezumaba decepción, desánimo y asco”. Y el odio más obsesivo está dirigido a su hermano Rubén, que conseguía hacer feliz a la madre y no aguantó dos días solo con su padre. “Yo siempre deseé que mi hermano se fuera para no volver”. Toda esta acumulació­n de odio y de frustració­n le lleva a exclamar: “Ahí os quedáis, pandilla de cretinos, me corto las venas por vuestra culpa y qué asco me dais todos”. Al final lo único que queda es la muerte o el deseo de morir. ¡No sin antes leer este poderoso Diario del asco! |

Isabel Bono Diario del asco

TUSQUETS. 248 PÁGINAS. 18 EUROS. E-BOOK 9,49 EUROS

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain