Si todo fuera normal
Si las librerías no se hubieran visto obligadas a echar el cierre, si las editoriales no hubiesen pospuesto el lanzamiento de sus novedades y si, en definitiva, el maldito coronavirus no hubiera alterado nuestras vidas, este Sant Jordi habría sido muy distinto. Habríamos podido comprar, por ejemplo, Los nombres epicenos/els noms epicens (ANAGRAMA),DE Amélie Nothomb, y tal vez el confinamiento habría sido más llevadero.
Y es que, si todo hubiera ido como estaba previsto, en este momento también nos estaríamos deleitando con Calypso
(BLACKIE BOOKS/NAVONA) de David Sedaris,
Esto es placer (LITERATURA RANDOM HOUSE) de Mary Gaitskill, La lladre de fruita (ALIANZA) de Peter Handke, Todo en verano (LIBROS DEL ASTEROIDE) de Walter Kempowski y La sal de la tierra (Minúscula), en la que Józef Wittlin rememora el dolor sufrido por quienes vivieron la Primera Guerra Mundial.
También habríamos disfrutado del Far West que reconstruye Jon Bilbao en
Basilisco (IMPEDIMENTA), de la Siberia extremeña que Gabi Martínez describe en Un
cambio de verdad (SEIX BARRAL), de la Barcelona a la que llegó Hans Gamper y que recrea Enric Calpena en El primer capità (EDICIONS 62) y de la Mallorca en la que pasó la infancia un Arturo San Agustín que recupera sus recuerdos en Mis días terrenales
(COMANEGRA). Sin olvidarnos, claro está, del Auschwitz que levanta Reyes Monforte en Postales del Este (PLAZA & JANÉS).
En el terreno de la no-ficción, estaríamos viajando con Orient-express
(ACANTILADO), un homenaje de Mauricio
Wiesenthal al tren más famoso de todos los tiempos, y también trataríamos de comprendernos a nosotros mismos con
Los europeos (TAURUS), un ensayo en el
que Orlando Figes busca los orígenes del pueblo europeo.
No sabemos si estos libros habrían sido los más vendidos de este Sant Jordi, pero no cabe duda de que la crítica especializada se habría esforzado para que así fuera. Porque son algunas de las obras de calidad que aguardan su momento en los almacenes. Por suerte, pronto verán la luz, y será entonces cuando las devoremos. De manera que anoten los títulos, que seguro que en breve nos lo agradecerán. |