La Vanguardia

Lo que no va a pasar

- Susana Quadrado

Hace falta muy poco para que todo dé un vuelco, leo en la contracubi­erta del libro de Foenkinos que compré en este Sant Jordi confinado.

Para vuelcos, el de la protagonis­ta de Dos hermanas, Mathilde, una profesora de literatura que debe enfrentars­e al vacío repentino del abandono. Entonces se descubre distinta a cómo era. De un día para otro, la vida la transforma en otra.

Dos hermanas huele a drama claustrofó­bico y perturbado­r. Piensas que quizá hubiera sido mejor recuperar la lectura inacabada de los cuentos de Alice Munro, una auténtica delicia con permiso de otro gran cuentista, Sergi Pàmies. Aún así, Foenkinos te apetece mucho. A diferencia de Mathilde, lo nuestro, lo que vivimos ahora, no alcanza la categoría de tragedia. Nos rodean cifras e historias que ponen a cada uno en su sitio. Por qué quejarnos. Sin embargo, simpatizo con la idea del vuelco, de lo inesperado, y de que en el fondo todos luchamos por encontrar el equilibrio.

Leí hace unos días un artículo ya no recuerdo dónde en el que el columnista describía la situación actual de un modo que comparto aquí. Venía el periodista a equipararl­a con un relato fantástico de una serie en la que los guionistas ya van por la tercera temporada cuando tú aún estás intentando comprender las primeras tramas. Si difícil es asumir el presente, quién sabe qué pasará mañana, decía.

El confinamie­nto se va a alargar más de lo imaginado, eso está claro. De ahora en adelante oiremos mucho dos palabras: nueva normalidad. Lo que antes era “anormal”, ahora pasa a ser “normal”, aunque seamos incapaces todavía de comprender­lo o incluso de aceptarlo.

Se ha hablado esta semana de aplicacion­es que nos dirán si nos hemos cruzado con un contagiado, de carnets de inmunes, de territorio­s aventajado­s que saldrán antes del encierro, de limitacion­es de aforos en las playas en agosto... Todo esto, aliñado con nuevos delirios políticos, tramas en Facebook, decisiones improvisad­as, bulos demenciale­s, que Alemania ha empezado los primeros ensayos de una vacuna con humanos y que en España nos han vuelto a colar cargamento­s de tests y mascarilla­s de la señorita Pepis.

Es lo que hay. Se lo repites a tus hijas como si esa fuera una respuesta adulta aceptable.

Cunde la sensación de que estamos pegados a un paréntesis. Hace ya un mes que empezó esta primavera que ha sido tan invierno y dentro de nada llegará el verano. Medio suspendido­s en el tiempo, hay días de todo: días buenos, días aceptables, días de apatía, días de risas, días de caricias... y días en los que, si te dieran un cuchillo jamonero y una sierra mecánica, ríete tú de John Wick.

Las cosas que no has hecho aun cuando lo desearías con todas tus fuerzas se quedan ahí metidas, como una obsesión. Es una de las lecciones de esta pandemia. Lo que dejaste de hacer y lo que no podrás hacer. ¿La mala noticia? Que esos deseos no se esfuman sin más. La buena: que quizá puedas cumplirlos más adelante.

Ya has aprendido que hace falta muy poco para que todo dé un vuelco. Así que lo único que se te ocurre es aprovechar el momento, y luego ya se verá.

Allá vamos, Foenkino.

Con muy poco, todo da un vuelco y las cosas que dejaste de hacer o no podrás hacer quedan en suspenso

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