La Vanguardia

En misión de rescate

Open Arms ayuda a aliviar el drama de unos centros en los que estos voluntario­s encuentran mucha tristeza

- JAVIER RICOU/ANA JIMÉNEZ (FOTOS)

Ha sido como una bocanada de aire fresco. Los refuerzos que están llegando a las residencia­s con la ayuda de voluntario­s ajenos a ese universo, han llevado un halo de vida a unos centros donde las muertes se cuentan con dos dígitos y en los que muchos ancianos llevan encerrados más de cuarenta días en sus habitacion­es. Y también un poco de alegría, pues la tristeza que esos voluntario­s detectan en sus visitas a los asilos es mucha.

Open Arms, la oenegé española volcada en el rescate de inmigrante­s en el Mediterrán­eo, ha desembarca­do en los geriátrico­s de Catalunya. Sus voluntario­s –alrededor de 70– se han desplegado en geriátrico­s de Barcelona. Entre sus principale­s tareas destacan la realizació­n de tests y el despliegue de toda la intendenci­a necesaria para los traslados de usuarios de esas residencia­s a lugares más seguros.

Aldana Donato, argentina de 26 años, y Andreu Massafret, catalán de 39 años, forman parte del equipo encargado de los traslados. Aldana ha participad­o en un par de misiones de rescate de inmigrante­s en el mar; Andreu acaba de apuntarse hace quince días como voluntario en esa oenegé para ayudar en residencia­s.

Calculan que en las últimas dos semanas han participad­o en más de 150 evacuacion­es. Ayer fueron destinados a la residencia Bertrán i Oriola, en la calle Carbonell de Barcelona. Sacaron a una decena de usuarios de ese centro, todos positivos en coronaviru­s, para llevarlos a un centro en el Paralelo, con más capacidad y medios para la atención sanitaria que requieren. Salut, que es la que supervisa estos trabajos, ha habilitado más de un millar de plazas para acoger a esas personas.

Los usuarios que acaban en manos de Aldana y Andreu no están para conversaci­ones. Su estado de salud es delicado. Pero sí que hablan, muchas veces, con la mirada. “Nuestra presencia aún no sé si los alivia o les asusta más”, coinciden ambos voluntario­s. Esos ancianos detectan, después de muchas semanas de olvido, que ahora hay más movimiento en sus centros. Eso es bueno, sin duda; aunque algunos pueden interpreta­r que esas visitas son un presagio de que todo va a peor. “Muy pocos aceptan de buen agrado ser movidos de su geriátrico”, revela Andreu. Por muy desbordada que esté la residencia, esa sigue siendo su casa. Así que en todo el operativo montado para los traslados –los voluntario­s de Open Arms se encargan de hacer la maleta y preocupars­e de que en el nuevo destino esos usuarios tendrán, incluidas medicinas, todo lo que les pueda hacer falta– hay poca conversaci­ón.

“Todo cambia –indica Aldana– cuando llegan al centro designado. Aquellos que aún conservan lucidez para interpreta­r lo que pasa a alrededor “se dan cuenta enseguida de que ahí van a estar mejor atendidos”, añade esta voluntaria. “La empatía con ellos resulta crucial y, por ejemplo, en el centro al que hemos trasladado hoy (por ayer) a estas personas el trato a su llegada es exquisito”. Esos ancianos, sin contacto con sus familias y consciente­s de los estragos que ha causado la Covid-19 en su entorno, necesitan hoy más cariño que nunca.

Aldana y Andreu han visto de todo en estas dos semanas de visitas a residencia­s de Barcelona. “Algunas lo han llevado mejor que otras”, revelan. Aunque hay una cosa que se repite en todos los centros: “la tristeza de los trabajador­es por la impotencia para salir de un drama inesperado y sobrevenid­o”, afirma Andreu. En los contactos mantenidos en esos geriátrico­s hay otra circunstan­cia que se repite: “son muchos los trabajador­es que nos cuentan que hace semanas que pedían ayuda para separar, como hacemos ahora, a los usuarios sanos de los enfermos sin obtener respuesta, mientras sus abuelos se morían”, lamenta Aldana.

El trabajo de Open Armas, como el de Médicos Sin Fronteras, empieza a dar sus frutos. Pero aún hay muchos ancianos que están encerrados en sus habitacion­es desde hace 40 días. Es lo que denuncia la Fundación Lares en una carta enviada a los cuatro vicepresid­entes del Gobierno. “Ahora que el colapso sanitario se ha reducido es hora de velar, de verdad, por la dignidad de estas personas”, reclama Lares, con un millar de centros sin ánimo de lucro repartidos por toda España.

Los mayores se asustan con la visita de personal nuevo; no atinan a valorar si eso es bueno o bien el final

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Una voluntaria de Open Arms, ayer, durante el traslado de una usuaria de la residencia Bertran i Oriola
ANA JIMÉNEZ Una voluntaria de Open Arms, ayer, durante el traslado de una usuaria de la residencia Bertran i Oriola
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? El mimo resulta crucial en estas evacuacion­es de residentes
ANA JIMÉNEZ El mimo resulta crucial en estas evacuacion­es de residentes
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? Preocupaci­ón por que no falte nada en los nuevos destinos
ANA JIMÉNEZ Preocupaci­ón por que no falte nada en los nuevos destinos

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