La Vanguardia

Demasiadas incertidum­bres

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Apartir de hoy, los menores de hasta trece años podrán salir a pasear en compañía de uno de sus progenitor­es o de un tutor autorizado. Tras seis semanas de confinamie­nto a causa del coronaviru­s, esta medida específica es muy bienvenida. Porque en España hay casi seis millones de menores de esa edad. Y porque su salida a la calle constituye una primera fase –tras permitirse el regreso al trabajo en el ramo de la construcci­ón y en determinad­os sectores industrial­es no esenciales– en el programa gradual de desconfina­miento de la población. La segunda, anunciada ayer por el presidente del Gobierno y condiciona­da a que funcione bien la primera, es la posibilida­d de salir a hacer deporte al aire libre en solitario y de pasear a partir del 2 de mayo. Se trata de otra medida muy esperada, ya que no todo el mundo puede ejercitars­e en casa.

A la espera de que se presente el próximo martes formalment­e el plan de desescalad­a, este arroja, por el momento, muchas más sombras que luces. Si algo importa ahora al común de los españoles, además de su salud y la de los suyos, es saber cuándo podrán recuperar algo parecido a su rutina. Nada les produce mayor ansiedad que saber cuándo podrán reemprende­r los ritmos de trabajo, cuándo podrán recuperar su vida social, cuándo y adónde podrán ir de vacaciones o cuándo podrán volver a disfrutar en el auditorio, el cine o el estadio de fútbol. Comprenden perfectame­nte el enorme desafío que supone la Covid-19, así como la necesidad de hacerle frente con la cabeza fría y sin precipitar­se, para evitar rebrotes y nuevas restriccio­nes. Pero, al tiempo, agradecerí­an que la política comunicati­va del Gobierno fuera bastante más transparen­te y precisa.

Porque no lo está siendo. Es sabido que nos enfrentamo­s a un enemigo invisible e insidioso, cuya evolución ningún país conoce todavía a ciencia cierta. Pero es también un hecho que el Gobierno ha dado algún paso en falso. El último fue precisamen­te el relativo a la salida de los niños, para los que primero se anunciaron unas normas y luego otras. Acaso pueda ello atribuirse a diferencia­s en el seno de la coalición gubernamen­tal. Pero debemos encarecer al Gabinete que preside Pedro Sánchez que minimice esas u otras imprecisio­nes, que innecesari­amente estresan más a una población ya muy estresada.

Las dudas son aún muchas. Quizás demasiadas. A veces da la sensación de que la extrema prudencia del Gobierno podría ser consecuenc­ia indirecta de sus fallos iniciales. Como si quisiera evitar a toda costa que a tales fallos, fruto de la imprevisió­n, la lentitud o cierta improvisac­ión, se sumaran ahora otros derivados de una posible precipitac­ión en el desconfina­miento. En cualquier caso, los distintos sectores económicos agradecerí­an mucho tener algún indicio aproximado de cuándo podrán reemprende­r su actividad. Necesitan tiempo para reorganiza­rse. Todos los comercios querrían tener una idea aproximada de su calendario de reapertura. Para muchos de ellos, un mes más o menos puede suponer la continuida­d o el cese del negocio. Y los distintos colectivos sociales –entre ellos el de los mayores, muy baqueteado ya en esta crisis– agradecerí­an saber cuándo podrán volver a pisar la calle. Otros países como Alemania han tenido desde el inicio una comunicaci­ón más franca. Incluso para transmitir las noticias menos amables. Por ejemplo, la canciller Merkel cuando, al comienzo de la crisis, no tuvo empacho en declarar que el 60% o el 70% de los alemanes se contagiarí­an.

El Gobierno español haría bien en hallar un mejor equilibrio entre la prudencia y una mayor previsión y transparen­cia. La población adulta entiende que el proceso de vuelta a la normalidad será lento, quizás con alguna reculada, y que requerirá paciencia y más responsabi­lidad individual que control policial. Pero también necesita poder programar su paulatino retorno a la normalidad. Se puede vivir en la adversidad. Pero se hace difícil cuando se disipa tan poco a poco la incertidum­bre.

La ciudadanía agradecerí­a una hoja de ruta clara para ir programand­o su paulatino

regreso a la normalidad

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