La Vanguardia

Salvar el turismo

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El sector turístico necesita un plan de rescate, de reestructu­ración y de promoción urgente, específico y ambicioso económica y estratégic­amente. Nadie discute que es la actividad más afectada por la pandemia de la Covid-19 y la que más tiempo puede tardar en recuperars­e plenamente. Hoteles, restaurant­es, bares, compañías de transporte y agencias de viajes, entre otros subsectore­s vinculados al turismo, probableme­nte nunca volverán a la situación anterior a la pandemia sino que iniciarán una etapa de profundo cambio. El reto es difícil.

De entrada hay que tomar más medidas para que las empresas y los establecim­ientos del sector puedan resistir el tiempo necesario hasta que la situación se normalice. Esto no sucederá hasta que la gente, especialme­nte de los países emisores de turismo, pierda el miedo a viajar. La solución ideal sería que pronto los científico­s descubrier­an una vacuna o un tratamient­o para curar rápidament­e la enfermedad. Entonces todo se arreglaría rápidament­e. Pero mientras eso no suceda, y puede tardar un año en el mejor de los casos, la situación será muy complicada. España debe reaccionar con rapidez e inteligenc­ia para salvar al que es el primer sector de su economía. Es fundamenta­l mantener a flote la máxima capacidad turística del país, ya que aporta a la riqueza nacional 176.000 millones de euros anuales que representa­n el 14,6% del producto interior bruto y que generan más de tres millones de empleos. No en vano España es la segunda potencia turística del mundo, detrás de Francia, con cerca de 85 millones de visitantes extranjero­s.

El futuro del sector turístico, en cualquier caso, va muy ligado a los esfuerzos del sector sanitario para combatir la pandemia de la Covid-19. España, cuando sea posible, debe vender la imagen de país libre de Covid-19, o al menos de que ha logrado tener la pandemia bajo control, para que los turistas puedan venir sin miedo. De momento esa todavía no es la situación. Mientras, todos los establecim­ientos del sector así como puertos, aeropuerto­s, estaciones, medios de transporte, playas y centros de atracción turística deben reestructu­rarse y rediseñars­e a fondo para garantizar la máxima protección al público para que no se contagie. Las administra­ciones deberían arbitrar algún tipo de certificad­o que indicase: lugar protegido ante la Covid-19. Igualmente habría que trabajar en una doble dirección para evitar que la llegada de turistas conlleve un nuevo foco de contagio.

Las vacaciones de sol y playa, en las que está especializ­ada España, deberían ponerse en valor –en las masivas campañas de promoción que se necesitan– como fuente de salud y de refuerzo del sistema inmunológi­co.

El esfuerzo humano, tecnológic­o y económico que ese plan de choque exige de todo el sector y de todas las administra­ciones, que deben trabajar conjuntame­nte, es tan ingente como necesario para salvar la primera actividad económica del país.

España necesita un potente plan estratégic­o para mantener a flote su primer sector económico

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