La Vanguardia

La clave estará en recuperar la confianza

- Cristina Jolonch

Las dudas en el sector de las restauraci­ón son tan amplias y diversas como las líneas de negocio que engloba. “¿Cómo va a la gente a querer casarse este año si una boda es una fiesta y no sabremos si se podrá hacer aperitivo, baile o ni siquiera abrazarse?”, se preguntaba esta semana Nandu Jubany, el rey de los más exitosos banquetes. En los chats compartido­s por colegas del sector circulan fotos de mamparas de separación entre mesas. “¿En serio?”, se preguntan algunos, que no saben si es un meme más, aunque la cosa no esté para muchas bromas, o una exigencia que pronto se les planteará.

“Nos han llegado tarifas de máquinas para el control térmico de los clientes antes de entrar”, pero creo que eso no es un trabajo que nos toque a nosotros”, explica Lito Baldovinos, de las coctelería­s y restaurant­es del grupo La Confiteria, quien sí está mirando junto a su socio la posibilida­d de “mandar al barman a casa para hacer fiestas privadas con muy pocos invitados o crear packs para montarte la pequeña fiesta tú mismo”. Habrá que cambiar las normas de conducta social y, como apunta Joan Roca, “japonizarn­os

un poco en la forma de cocinar y en la de relacionar­nos”. Mientras nadie sabe a ciencia cierta cuáles serán las reglas del juego que impondrá la Administra­ción, tampoco nadie duda de que habrá que reducir el aforo en bares y restaurant­es y sofisticar las medidas de higiene. “Estamos mirando las mamparas que instalarem­os en la barra de Tapas 24”, afirma Carles Abellán. “Pero pensamos en muchas otras cosas: desde ofertas posconfina­miento con la cerveza y el postre gratis durante los inicios a suprimir las cartas para limitarnos a presentar las propuestas en las pizarras, usar material desechable para servir o fomentar la comida para llevar con un descuento del 25% para quien vaya al local a recogerlo”.

Con o sin descuentos, la comida a domicilio es la opción por la que se decantan cada vez más empresario­s ante el temor de que esto se alargue o que a los clientes les cueste recuperar la confianza. “Ese es el gran reto”, explica Dani Lechuga, de Barceni, quien asegura que de todo lo demás los restaurado­res saldrán. “Pero necesitamo­s que se recuperen la alegría y la confianza”. /

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