Creatividad liberalizadora
El nuevo álbum de la cantautora y sobresaliente música neoyorquina la dimensiona como una de las artistas más relevantes de la escena musical de hoy en cuestiones de creatividad e interpretación. Es doblemente destacable el impacto de este osado Fetch the bolt cutters por su propio contenido como por publicarlo en circunstancias tan excepcionales a escala planetaria. Apple acaba de esta manera con un silencio discográfico de material nuevo que se remonta a aquel interesante y nada fácil The idler wheel, y lo hace con un obra titulada significativamente bajo influjo de la serie televisiva The fall, protagonizada por Gillian Anderson, que pronuncia esa frase cuando está investigando el crimen de una mujer torturada.
Los elogios unánimes de medios generalistas y especializados resaltan aún más el hecho de que su música no es usual. Se ha reinventado, eso sí, de aquella que alumbró el mencionado álbum anterior, pero de una manera insólita, casi genial. En el tema que da título a la obra, su voz –única, ya recitando, cantando o hablando corporalmente a un soplo– planea sobre los sonidos de una orquesta improvisada a base de utensilios de cocina, ladridos y aullidos gatunos; en otro, el salto de la comba junto a un coro femenino es el colchón sonoro. Y temáticamente, también un suspiro de libertad, de no ser silenciada, una auténtica erupción personal en el sentido de que nada ni nadie le va a impedir expresarse como le apetezca. Una obra deslumbrante que culmina su afán insobornable a ser escuchada.
La estrella británica consigue introducir algunos mimbres sonoros que la alejan levemente del pop masivo, como más dejes electro, pop algo funky o más nítidamente disco, como Break my heart. Por encima de todo atractiva voz, bien adaptada al vaivén estilístico.
La banda mestiza barcelonesa sacó hace unas semanas un magnífico remedio musical que ahora viene como anillo al dedo en tiempos sombríos. Adictiva fusión de recursos electrónicos y sonoridades latinas, con luminosas incursiones en ritmos urbanos.
Tras su experiencia en Cálido Home, la cantante y guitarrista debuta a solas arropada por la violinista Marian Arrufat, que aquí ejerce de sonora batería. Su voz en primer plano manda en unas canciones que, producidas por Jordi Matas, flirtean con el pop metafísico.