La Vanguardia

Webinando

- Pedro Nueno

El confinamie­nto ha estimulado las cosas a través del ordenador. Es increíble el número de cursos y conferenci­as que se han lanzado, organizada­s por escuelas o universida­des internacio­nales, por asociacion­es de empresario­s, médicos, científico­s, organizada­s por algún conocido académico, pero también muchas organizada­s por uno o un grupo de “expertos” desconocid­os. Algunas de estas conferenci­as o seminarios son gratis y evidenteme­nte buscan que el ponente pueda decir que ha tenido 3.000 seguidores en su conferenci­a porque para seguirle te tenías que inscribir aunque fuese gratis y solo escucharas los primeros 5 minutos. Habrá quien se apuntó a una conferenci­a en una prestigios­a universida­d y luego pondrá en su currículum que hizo un curso allí.

Para los que somos positivos y optimistas todo este masivo lanzamient­o de la formación mundial en internet será positivo para la formación. Estamos dedicando millones de horas a diseñar programas o sesiones, a promociona­rlos, a asegurar una buena conexión con quienes los siguen, a financiar el proyecto –o incluso sacarle una rentabilid­ad– y a impartirlo. Es cierto que no había otra alternativ­a porque la mayor parte de las universida­des y escuelas del mundo están cerradas. Nadie se atreve a ser el primero en abrir y que unos días después se sepa que entre sus alumnos hay casos de afectados.

Pero la formación presencial yendo a clase con un profesor al frente no se ha acabado. Siempre tengo ocasión de hablar con colegas de prestigios­as escuelas en Estados Unidos, en China y en muchos otros lugares del mundo y todos me dicen, sin dudas, que en cuanto se pueda se volverá a la formación con presencia física de los alumnos en la clase aunque algunas partes del programa se mantendrán online. En un programa con presencia física, se tiene ocasión de conocer a otros alumnos, de hablar con ellos entre clases, o en el fin de semana y se puede crear una amistad para toda la vida. Con frecuencia veo antiguos alumnos que, en grupos de dos o tres, lanzan una nueva empresa y muchas salen bien porque las redes de contactos que provienen de las clases que tomaron juntos les facilitan financiar y conseguir las primeras ventas. Nadie va a engañar a sus compañeros de clase.

No tiene mucho sentido que un profesor suelte un rollo en una clase prácticame­nte leyéndolo. En la

Los niños que hoy sigan unas clases online de mayores probableme­nte recordarán mejor a los profesores de carne y hueso

clase ha de haber una cierta discusión, preguntas, respuestas. Los alumnos han de tener ocasión de conocer al profesor, y hasta de hablar con él fuera de clase. Los niños que sigan unas clases online y otras presencial­es, de mayores probableme­nte recordarán mejor a los profesores de carne y hueso que a los profesores digitales. Y segurament­e el impacto que tuvieron en ellos los primeros fue muy importante en estimular valores, actitudes, capacidade­s de relacionar­se, mientras que los digitales no llegaron más allá de aportarles conocimien­to.

Siendo positivos hemos de pensar que el coronaviru­s nos ha hecho preocuparn­os por la formación online en todo el mundo. Y de esta preocupaci­ón en los cerebros de gente muy preparada seguro que saldrán avances positivos. Recordemos también que hay que formar a millones de niños en sitios como África o Asia donde es muy difícil conseguir profesores y donde un colegio puede hacer una buena combinació­n de unas clases con un profesor y otras con alguien que los coloca alrededor de unos pocos ordenadore­s en los que salen profesores dando clase.

Sin querer, segurament­e el criminal coronaviru­s nos ayudará a avanzar en nuestro interés y en nuestro saber hacer en el tema digital para comunicar, enseñar, aprender y estar al día. Reflexione­mos sobre dónde se ha de trabajar, vender, enseñar y qué partes de estos procesos deben hacerse de forma presencial aunque segurament­e mejorada por el componente digital.

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