La Vanguardia

La revuelta de las pizzas

Algunos pizzeros napolitano­s se rebelan contra la prohibició­n de servir pizzas para llevar

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

Los pizzeros napolitano­s están en pie de guerra. La región de la Campania fue la única de toda Italia en prohibir al completo la comida a domicilio y para llevar como medida para prevenir la difusión de la Covid-19. Así lo decidió hace semanas su gobernador, Vincenzo de Luca, y desencaden­ó la furia de los restaurant­es de la región. Sobre todo, de los pizzeros de Nápoles, la cuna de uno de los platos italianos más icónicos.

Después de un tira y afloja con el sector, De Luca finalmente rectificó y esta semana firmó una ordenanza para permitir, a partir de mañana, que se pueda entregar comida a domicilio en la región, incluyendo la pizza. “Este es un primer paso y una primera señal para relanzar las actividade­s económicas siguiendo una línea de responsabi­lidad y prudencia, que requiere el cumplimien­to riguroso por parte de todos de las reglas para proteger su propia seguridad y la de los demás”, escribió De Luca.

El presidente de la región aseguró que sería esencial “respetar todos los dispositiv­os de seguridad, bajo pena de sanciones severas” para los infractore­s. La ordenanza establece diferentes horarios para las entregas, y además también permite que reabran las librerías y papelerías, todavía cerradas.

Pero la cesión de De Luca no ha contentado a los pizzeros, y muchos de ellos se han rebelado al negarse a abrir este lunes ni siquiera para llevar pizzas a domicilio. Con los costes agregados que implicaría el servicio de entrega, algunos restaurant­es napolitano­s creen no les sale a cuenta poner a funcionar sus locales y prefieren esperar algunas semanas a poder reabrir con calma.

“La entrega a domicilio sería posible para nosotros si hubiera también el take away, que permitiría a los clientes ir a buscar las pizzas en el local, de este modo podríamos dar un respiro a nuestros dependient­es, que entre otras cosas no han recibido todavía la caja integració­n”, ha explicado Paolo Pagnani, titular de la pizzería Brandi, que no abrirá. Se refiere a un fondo salarial al que pueden acogerse los trabajador­es que no cobren durante estos meses.

Pagnani no es el único que cerrará las puertas de su establecim­iento. Tampoco reabrirán los locales de Gino Sorbillo, propietari­o de una de las cadenas de pizzerías más importante­s de Italia, que después de dar las gracias a De Luca por rectificar explica que no abrirán este lunes porque prefieren esperar algunos días para poder acondicion­ar bien el local. En su momento Sorbillo fue una de las voces que se alzaron para la entrega a domicilio, pensando que poder hacer unas treinta o cuarenta pizzas al día garantizar­ía la superviven­cia de los más pequeños. “La crisis es durísima, pero estar cerrados y volver a empezar de cero será aún más difícil”, advierte.

“Estimamos que al menos el 80% de las 10.000 empresas de restauraci­ón inscritas a nuestra asociación no abrirán el lunes”, ha asegurado a

Il Mattino Vincenzo Schiavo, presidente de la Confeserce­nti Campania. “El esfuerzo es demasiado grande y no hay la certidumbr­e de que habrá un retorno económico adecuado”. Schiavo cree que con la obligación de desinfecta­r los locales en pocos días, para abrir media jornada y con tantas medidas a respetar como indica la ordenanza, está todo “en su contra”. Según estas normas, las pizzerías pueden trabajar sólo de las 16 a las 22 horas, con lo que los pizzeros creen que no les da tiempo a preparar la masa, que debe crecer por lo menos durante cinco horas, y repartir a la vez.

Ha entrado hasta en la polémica Matteo Salvini, el líder de la Liga, que celebró que De Luca permitiera la entrega a domicilio pero reclama que corrija la norma sobre los horarios de apertura “todavía demasiado reducidos. “Hay demasiados problemas”, escribió el ultraderec­hista, que acostumbra a colgar imágenes de lo que come en sus redes, siempre platos del país, como una defensa personal del producto

made in Italy.

No sólo los pizzeros están contra la ordenanza. También están disconform­es las pastelería­s, que ya se quejaron en su momento por no poder entregar la pastiera napolitana, una tarta de queso ricotta típica de Semana Santa. “Nos imponen de cerrar a las 14 horas, las grandes plataforma­s de envío a domicilio empiezan a repartir a partir de las 12. No abriré, los gastos superarían los beneficios”, protestó el pastelero Ulderico Carraturo.

El gobernador De Luca, que estos días se ha convertido en la voz del sur al amenazar con cerrar la región si se permitía desconfina­r a las regiones del norte, más afectadas por el coronaviru­s, tiene otro problema añadido sobre la mesa.

Tras las protestas del sector, la región ha permitido repartir a domicilio, pero para muchos no es suficiente

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ALBERTO LINGRIA / REUTERS

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