La Vanguardia

Real decreto a medio cocer

El Consejo de Ministros tuvo que rematar in situ la redacción del plan de desescalad­a, que de nuevo llegó crudo

- PEDRO VALLÍN

El Consejo de Ministros del pasado martes casi calcó el desarrollo de aquel eterno del sábado 14 de marzo, cuando la reunión se prolongó horas y horas entre rumores e intoxicaci­ones de disputas internas, mientras los ministros, convertido­s en funcionari­os de nivel 30, iban repasando epígrafe por epígrafe el texto del decreto del estado de alarma.

A pesar de que, efectivame­nte, como adelantó el presidente Pedro Sánchez el sábado, varios ministerio­s y comités técnicos trabajaban en diseñar los escenarios de la desescalad­a desde hace varias semanas, casi un mes, el texto del decreto no estuvo disponible hasta minutos antes de la reunión del Consejo de Ministros. El Gobierno convocó a los socios de la coalición poco antes para informarle­s del contenido del decreto, confirman fuentes parlamenta­rias, pero la premura llevó a que la reunión empezase con mucho retraso para que los equipos ministeria­les pudieran estudiarlo con detalle. Y en el Consejo, de nuevo, hubo que ir repasando el texto punto por punto, como con el complejísi­mo decreto del estado de alarma.

A pesar de que el Ejecutivo no actuaba esta vez con el apremio con el que tuvo que decidir el confinamie­nto. No hubo disputa política entre los socios de la coalición. De hecho, se aceptaron e incorporar­on la práctica totalidad de aportacion­es de los distintos ministerio­s de ambos partidos, señalan fuentes del Ejecutivo, pero sí, quejas de los ministros de Unidas Podemos por una precipitac­ión innecesari­a que otra vez obligaba al Consejo a demorarse en un trabajo que debió llegar pactado y cocinado. Había habido tiempo de sobra para resolverlo.

Para evitar estos teléfonos escacharra­dos –que ya vimos la semana pasada con el decreto que permitía la salida de niños–, el martes, sobre la marcha, el presidente Sánchez decidía incorporar a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero; la de Trabajo, Yolanda Díaz; el director de gabinete de Sánchez, Iván Redondo; el secretario general de Presidenci­a, Félix Bolaños; el secretario de Estado de Comunicaci­ón, Miguel Ángel Oliver, y el jefe de gabinete de Pablo Iglesias, Julio Rodríguez, a las reuniones matutinas del comité de expertos, convertido en comité de desescalad­a. Este será el órgano, en todo caso, que ajuste el lento regreso a la normalidad, de la que el decreto sólo fija las fases generales y el marco territoria­l.

La responsabi­lidad de llevar los decretos en perfecto estado de cocción al Consejo de Ministros es convencion­almente de la vicepresid­encia del Gobierno, tras su discusión en la comisión de subsecreta­rios, en este caso presidida por Carmen Calvo, vicepresid­enta primera y ministra de la Presidenci­a. Calvo sigue de baja por Covid-19, pero ha seguido atendiendo la dirección de la comisión de subsecreta­rios e incluso esta semana intervino en el Consejo de Ministros por videoconfe­rencia. Por su parte, la responsabl­e de coordinar el decreto de desescalad­a era

La falta de maduración de la norma obligó otra vez a alargar la reunión del Gobierno y retrasó la aparición de Sánchez

la vicepresid­enta cuarta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Sin embargo, Sánchez se ha cuidado de no tener un número dos como tal, alternando responsabi­lidades entre sus cuatro vicepresid­entes y la ministra portavoz, María Jesús Montero. Este acusado presidenci­alismo –más funcional que teórico– hace que carezca de una figura rubalcabia­na, como en su momento fueron Soraya Sáenz de Santamaría o Teresa Fernández de la Vega, por ejemplo, en tanto responsabl­es de mantener al presidente al corriente de todo y a salvo de todo. Y de que todo esté listo a tiempo. Sánchez está sobreexpue­sto en ese sentido, y ese vacío trae además un apresurami­ento que este martes pudo haber acabado mal y provocó que el presidente comparecie­se cuatro horas más tarde de lo previsto. La impremedit­ación con la que se sirven las decisiones del Ejecutivo –criticada por la oposición y las autonomías– la sufren también los miembros del Consejo de Ministros. Y en el fondo, el presidente.

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MONCLOA / EP Pedro Sánchez presidiend­o el martes el Consejo de Ministros que dio luz verde al plan de desconfina­miento

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