La Vanguardia

El problema de las pymes

- Manel Pérez

La noticia de que algunas de las empresas del automóvil reanudaban sus actividade­s fue una primera señal positiva, un indicador de que las cosas iban a mejor. Se trataba de una reactivaci­ón de la producción parcial, apenas un tercio de la plantilla en el caso de Seat, mucho menos en términos de producción, un 10% de la habitual en tiempos de normalidad. El mensaje de que comenzaba un retorno paulatino a la actividad estaba claro.

Ahora, el plan de desescalad­o en fases anunciado por el presidente, Pedro Sánchez, ha levantado una ola de críticas en muchos sectores económicos, especialme­nte los más vinculados a los servicios, el comercio, la restauraci­ón y el turismo. Los porcentaje­s de actividad permitidos inicialmen­te, en torno al tercio de capacidad, están más o menos en línea con lo que ha ocurrido también durante los primeros pasos del automóvil.

Sin embargo, este es un nuevo ejemplo de las diferencia­s en el mundo empresaria­l entre las grandes corporacio­nes o multinacio­nales y las pequeñas y medianas empresas, término este último que en realidad engloba a una cantidad incontable de auténticas microempre­sas.

Las limitacion­es de aforo y de operativa pueden ser la puntilla para una montaña de pymes y microempre­sas, que se sumará a dos meses de completa inactivida­d, y que puede representa­r su sentencia de muerte definitiva. Los efectos sobre el empleo a corto y medio plazo, catastrófi­cos.

Desde el punto de vista del Gobierno, el dilema es evidente. Una reapertura irrestrict­a, especialme­nte en el sector de servicios, que por definición implica contacto personal y conlleva la enorme dificultad de mantener las distancias físicas requeridas para contener un rebrote del virus, está fuera de lugar. La cautela impone una recuperaci­ón progresiva que no facilite la reaparició­n descontrol­ada del virus.

El problema es que la estructura de la economía española es enormement­e dependient­e de este tipo de empresas, por definición frágiles en tiempos de bonanza. Pero en situacione­s como la actual, su futuro se pone totalmente en cuestión.

Es una larga cadena que anilla desde la pequeña instalació­n hotelera a bares, restaurant­es, pequeños comercios y servicios conexos, que apenas logra excedentes en épocas de normalidad. Nuevas limitacion­es añadidas de espacio y capacidad de trabajo las

Arrancar con límites es un problema para una multinacio­nal; puede ser la ruina para una empresa pequeña

España es el país del entorno que menos medidas económicas ha puesto en marcha: ahora es muy peligroso

situarán directamen­te en pérdidas y no será nada extraño que muchas de ellas se replanteen incluso una reapertura en esas condicione­s.

Si, además, la temporada turística encoge de la manera que parece anunciar la actitud de gobiernos como el alemán, partidario de no dejar salir del país a los millones de visitantes, la duración del colapso para cientos de miles de esas empresas y millones de empleos se alargará durante aún más meses.

Obviamente, desde el primer momento el Gobierno ha anunciado diversos planes para hacer frente a los primeros efectos de la parálisis económica por la pandemia. Pero su cálculo siempre se basó sobre una idea de temporalid­ad que era mucho más corta de lo que en realidad va a acabar siendo.

Esto genera inquietud entre los afectados, máxime si se atiende a sus quejas de que desde el Gobierno no se ha consultado ninguna de las medidas de desconfina­miento anunciadas estos días.

La realidad es que la mejora objetiva de la situación tras el control de la pandemia corre el peligro de quedar ensombreci­da si se desencaden­a después una mortandad empresaria­l. Sería necesario que el ejecutivo explicará abiertamen­te qué planes tienen para hacer frente a esa amenaza a partir de su nuevo plan de desescalad­o. Es un hecho conocido que, pese a los muchos anuncios, España es el país del entorno que menos estímulos económicos ha puesto efectivame­nte en marcha durante esta crisis. Las causas de esa cautela son conocidas. Pero eso no es ningún consuelo para los afectados ni un remedio para el problema.

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