La Vanguardia

Canberra y la OMS no creen que el virus haya salido de un laboratori­o

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La tesis que sostiene la Administra­ción estadounid­ense de que la Covid-19 escapó del laboratori­o de Virología número 4 de Wuhan, ciudad en la que se originó la pandemia, no gana adeptos. Scott Morrison, primer ministro de Australia y uno de los más estrechos aliados de Donald Trump, se descolgó ayer de esas acusacione­s. “Creo que el virus procede de un mercado de animales vivos en Wuhan”, respondió a la prensa cuando se le preguntó por las acusacione­s formuladas en los últimos días por altos dirigentes estadounid­enses.

Los servicios de inteligenc­ia estadounid­ense no han encontrado hasta ahora evidencias de que el virus haya sido concebido de forma artificial en ese laboratori­o, ni tampoco de que se haya escapado del centro por la falta de seguridad en las instalacio­nes. Tampoco el más reputado virólogo estadounid­ense, Anthony Fauci, comparte la tesis del laboratori­o. Pese a ello, Mike Pompeo, secretario de Estado, mantuvo el lunes que “se han encontrado pruebas” de ese origen.

El responsabl­e de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) para emergencia­s sanitarias, Michael Ryan, ha afirmado que “por supuesto que estamos interesado­s en saber de dónde procede el virus, pero no hay ningún indicio que permita apuntar que tiene su origen en un laboratori­o”. La OMS considera que las instalacio­nes de Wuhan tienen los mismos niveles de seguridad que sus homólogas occidental­es.

En los últimos días, Donald Trump ha intensific­ado los ataques a China por la gestión de la pandemia, en una fórmula de autoexculp­ación que parece tener mucho que ver con la proximidad de las elecciones presidenci­ales y con la dureza de la epidemia en el país, donde el número de muertes va en aumento.

En el polo contrario, China utiliza las acusacione­s norteameri­canas para cerrar filas y acallar las críticas internas a una gestión que ha sido muy contestada en sus inicios. La Administra­ción que gobierna Xi Jinping no parece tampoco incómoda en este contexto de acusacione­s mutuas que le permiten mantener vivo un lenguaje militarist­a.

Países como Australia han reclamado una investigac­ión exterior sobre los orígenes del virus. Ayer, también desde las páginas de Financial Times, el analista Gideon Rachman indicaba que la mejor solución sería que China fuera transparen­te en esta cuestión y que de eso modo acallaría la retórica de los americanos. Pero una solución como esa sería considerad­a una humillació­n para la actual cúpula china.

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