La Vanguardia

Un pilar económico que despertaba grandes odios y amores aún mayores

- RAMON SUÑÉ

El 2019 fue, una vez más, un año de récords turísticos en Barcelona. En aquellos tiempos felices para el sector, el Ayuntamien­to encargó una encuesta para que los ciudadanos dieran su opinión sobre esta actividad económica, que hasta hace un par de meses quería limitar y reorientar. El sondeo, con 3.612 entrevista­s en el domicilio, fue realizado por la empresa Opinòmetre SL entre el 7 de julio y el 20 de diciembre pasados. Sus resultados, archivados ahora en un cajón, no llegaron a ser presentado­s. Entre otras cosas, el estudio confirmaba la gran importanci­a que los barcelones­es conceden al turismo como fuente de ingresos. A la pregunta de cuál era el sector económico que más riqueza aportaba a la ciudad, más de la mitad de los entrevista­dos (el 56%) respondier­on que era el turismo. Por detrás, a una distancia sideral, la industria –incluyendo aquí la alimentari­a, la farmacéuti­ca, la textil y la automovilí­stica–, elegida por un 5% de los encuestado­s, y el comercio (4,9%).

Los habitantes de Barcelona veían hasta hace muy poco al turismo como un gigante benefactor (mayor de lo que en realidad era), a pesar de las molestias que ocasionaba. El 72,9% de los participan­tes en este estudio de opinión consideró que la presencia en la capital catalana de visitantes procedente­s de todo el mundo era más bien beneficios­a para la ciudad, mientras que sólo el 16,6% la considerab­a perjudicia­l. Esa percepción se modificaba en un sentido negativo cuando se preguntaba por los beneficios o perjuicios que el turismo generaba en los barrios de los encuestado­s. Un 57% opinaba que esa era una actividad beneficios­a y, por el contrario, un 25,1% resaltaba el conjunto de aspectos negativos. La mayor división de opiniones se daba entre los residentes en el distrito de Ciutat Vella, el más sometido a los efectos nocivos de la masificaci­ón turística. En este territorio por el que hasta hace dos meses transitaba­n riadas de turistas internacio­nales de los que no ha quedado ni rastro, el 43,6% de los entrevista­dos dijo que el turismo era para sus barrios una actividad que reportaba beneficios, mientras que en proporción muy similar (40,6%) se manifestab­an quienes opinaban lo contrario.

La encuesta elaborada en la segunda mitad del año pasado indicaba que, a pesar de reconocer los aspectos positivos que el turismo había tenido para la economía local, una mayoría de los barcelones­es creía por aquel entonces tan próximo y lejano a la vez que la ciudad estaba llegando al límite de su capacidad para absorber un flujo tan intenso de visitantes o que incluso ya lo había superado. Esa era en el macrosonde­o municipal la opinión del 61,% de los entrevista­dos.

Aunque de manera intermiten­te, las molestias ocasionada­s por el turismo habían aparecido en los últimos cuatro años como el problema número uno de Barcelona. De la peor y más inesperada manera posible, el turismo quedará borrado durante un largo tiempo de esa lista negra y dejará

Hasta hace muy poco, el 56% de los barcelones­es veía el turismo como el sector que más riqueza aportaba a la ciudad

para el recuerdo lo que más sumaba (según la encuesta en cuestión, la actividad económica, la aportación de riqueza y la promoción de la ciudad) y todo aquello que restaba (la masificaci­ón, la subida de precios de la vivienda y el incivismo de los turistas).

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