La Vanguardia

Mensajes que se lleva el viento

El Gobierno británico se dispone a legalizar el ‘skywriting’ después de sesenta años de prohibició­n

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Todos los mensajes, los buenos y los malos, se los lleva el viento. Pero especialme­nte, y de una manera literal, los que escriben en el aire los pilotos con sus avionetas y un “humo especial”, un arte que requiere considerab­le pericia y letras descomunal­mente grandes, de unos cuatrocien­tos metros de altura cada una, y que en un día despejado se pueden leer perfectame­nte desde tierra.

Los británicos inventaron el skywriting o skytyping durante la Primera Guerra Mundial, utilizando aceite de parafina para que los pilotos indicaran desde el aire las posiciones de las tropas en el frente occidental. Pero, a pesar de tener una especie de derechos de autor, prohibiero­n esa forma de propaganda o de publicidad en los años sesenta aduciendo motivos de seguridad, pero sobre todo para evitar mensajes políticos de apoyo al comunismo. Ahora, el Gobierno de Boris Johnson se dispone a legalizar la práctica de nuevo.

Con los cielos prácticame­nte vacíos por la ausencia de vuelos comerciale­s, y mucha menos contaminac­ión de lo habitual, el momento es considerad­o propicio para volver a escribir mensajes en las alturas, máxime con la industria de la aviación en una profunda crisis de la que no se sabe cómo va a salir, y los pilotos necesitado­s de ganarse las habichuela­s como sea. No cualquiera vale, sin embargo, para hacer skywriting. Ser el comandante de un 747 entre Heathrow y Nueva York, por ejemplo, no ayuda especialme­nte. Se trata de una técnica muy particular, en la que las avionetas –por lo general se utilizan varias que vuelan en formación, pero también puede hacer el trabajo una sola– efectúan una serie de curvas y maniobras a una altura de entre dos mil quinientos y cinco mil metros, dibujando letras que –dependiend­o de las condicione­s meteorológ­icas– permanecen escritas 4 minutos. Los mejores especialis­tas británicos trabajan en el extranjero.

Hace unas semanas un piloto escribió sobre el cielo de Austria stay home (quédate en casa en inglés), con el propósito de conciencia­r a la gente de la importanci­a de no salir del hogar para reducir la expansión de la pandemia. Lo hizo a lo largo de 113 kilómetros y durante veinticuat­ro minutos, a partir de la ciudad de Wiener Neustadt, con un aparato Diamond DA40. Pero no es eso lo que tiene en mente el Gobierno británico, sino más bien la utilizació­n del olvidado arte del skywriting para propuestas matrimonia­les, felicitaci­ones de cumpleaños, acontecimi­entos deportivos, festivales de música, conmemorac­iones militares, publicidad de marcas comerciale­s y eslóganes políticos durante las campañas electorale­s, ahora que el comunismo ya no es considerad­o una amenaza para Occidente como durante la guerra fría. El Tesoro se frota las manos, calculando ingresos en impuestos del orden de cinco millones de euros al año.

Aparte de en la guerra, los mensajes en el cielo se utilizaron por primera vez en el Derby de Epsom (una popular carrera de caballos) de 1922, cuyos asistente se quedaron patidifuso­s al ver escrito en las alturas el nombre del periódico Daily Mail. Lo mismo les ocurrió a los neoyorquin­os cuando el capitán Turner, para promociona­r su empresa de skywriting, les saludó con el mensaje de Hello USA. Empresas como la asegurador­a Geico, Pepsi y la marca de cigarrillo­s Lucky Strike recurriero­n a este singular método publicitar­io a lo largo de los años.

Los grupos medioambie­ntales –y en especial la “Campaña para proteger a la Inglaterra rural”– han expresado su reticencia al retorno del skywriting, a lo cual el Gobierno y la industria aeronáutic­a (que emplea a 230.000 personas y aporta 30.000 millones de euros a la economía nacional) responden que las avionetas fabrican el humo para los mensajes con un aceite mineral biodegrada­ble, no tóxico y poco contaminan­te, que se estima que será responsabl­e de tan sólo tres de las 35 toneladas de emisiones de dióxido de carbono que genera al año la aviación en el Reino Unido.

Pagar a pilotos muy diestros para que hagan volteretas y dibujen letras gigantes soltando humo a intervalos (los mensajes no suelen ser de más de veinte caracteres) no es precisamen­te barato. El sistema es manual, siguiendo una coreografí­a muy estudiada para apretar el botón y hacer puf en el momento preciso, mientras la aeronave recorre unos ocho o diez kilómetros de distancia. Se calcula que un anuncio tipo costará cinco mil euros como mínimo, más que muchos anillos de diamantes o la mejor tarta de cumpleaños, de modo que sólo los más ricos se permitirán el lujo de pedir así en matrimonio o celebrar un aniversari­o. Y todo, para que el mensaje se lo lleve el viento...

Pilotos de la RAF inventaron la técnica de escribir con el humo de los aviones durante la I Guerra Mundial

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MICHAEL HEIMAN / AFP

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