La Vanguardia

Por debajo de la mascarilla

- Lola García

Gabriel Rufián lanzó la pregunta desde la tribuna de un Congreso semivacío, casi interrogán­dose a sí mismo en voz alta: “¿Por qué el Gobierno no se quema las cejas negociando con los que le dimos la investidur­a?”. Todos los aliados de Pedro Sánchez comparten la opinión de que han faltado gestos hacia quienes le facilitaro­n la llegada a la Moncloa, aunque el presidente defiende que nunca antes se había dialogado tanto con las autonomías. Rufián dejaba traslucir ayer la desazón de comprobar que sus esfuerzos por mantener los puentes entre Barcelona y Madrid topan con obstáculos cada dos por tres.

El portavoz de ERC en el Congreso subrayó que no rechazan el estado de alarma, sino la escasa disposició­n a pactar su aplicación por parte de Sánchez. En su partido, Rufián fue de los pocos que defendió la abstención. En un momento de su intervenci­ón en el pleno, y después de elogiar la labor de su antecesor, Joan Tardà (también partidario de la abstención), Rufián dejó caer un “al menos mientras yo esté aquí...” que supo a amargura por lo difícil que resulta el entendimie­nto. “Yo con la señora Lastra (la portavoz socialista) hablo cada día, pero no lo podemos arreglar todo”, soltó Rufián a Sánchez a modo de reproche.

En efecto, en Esquerra esperaban un trato preferente por parte del presidente. Desde la semana pasada los republican­os ya barajaban el voto de castigo por considerar que no podían permitirse apoyar durante más tiempo medidas “recentrali­zadoras”. La última vez que Sánchez habló con Pere Aragonès, coordinado­r de ERC, fue el pasado domingo. Había margen para negociar un acuerdo de última hora antes de la ejecutiva de Esquerra del lunes por la tarde. El PNV lo logró. Entre otras reclamacio­nes, los nacionalis­tas vascos querían garantías de que podrán celebrar sus elecciones en julio disponiend­o de todas las herramient­as del Estado (desde los servicios de correos hasta la junta electoral, por ejemplo). Pero con ERC no se produjo ningún movimiento más hasta el lunes, cuando la vicepresid­enta Carmen Calvo telefoneó a Aragonès para tratar de convencerl­e. Ya era tarde. Y, además, los republican­os esperaban que al menos se arremangar­a Sánchez en persona.

Para ERC, el voto negativo de ayer es un toque de atención a Sánchez. “No podemos decir a todo que sí”, aseguran. No hay intención de romper la mayoría que sustenta al Gobierno de izquierdas, pero las elecciones catalanas están al acecho, en cuestión de meses. Y la crisis del coronaviru­s ha dejado en un segundo plano la mesa de diálogo sobre el conflicto catalán. El mismo día que ERC daba un no a Sánchez, el PSC forzaba un pleno extraordin­ario en el Parlament sobre las residencia­s de ancianos, cuya gestión

ERC esperaba que Sánchez se implicara a fondo en buscar un pacto para mantener la abstención

En el Gobierno creen que el giro de Cs es táctico, pero podría dar juego para aprobar algunas leyes

ha estado a cargo de ERC.

En el Congreso, Esquerra aprovechó para subrayar la alineación de los comunes con Ciudadanos por el apoyo de Inés Arrimadas al Gobierno, aunque también los republican­os quedaron en un extraño bloque del no en el que se situaban Vox, Jxcat y la CUP. Precisamen­te, por Unidas Podemos intervino el diputado de los comunes Jaume Asens. La frontera electoral entre esa formación y los republican­os también hay que tenerla en cuenta. No es que estuviera preparado, ya que Podemos decidió que hablara Asens hace algunos días para repartir protagonis­mo, pero el diputado de los comunes le propinó a Rufián un doloroso golpe: “Más Tardà y menos Torra”. Hubo un momento en el que, escuchando a ambos y a la portavoz de Jxcat, Laura Borràs, parecía un debate electoral en Catalunya más que una votación sobre la pandemia.

La posibilida­d de que Ciudadanos se convierta en un aliado estable de Sánchez no preocupa en ERC ni en Podemos. En la Moncloa creen que el voto de ayer de Arrimadas es táctico, pero es posible se avenga a pactar algunas leyes para recuperar protagonis­mo político. Habrá que ver el alcance del giro que Arrimadas está imprimiend­o a su partido para saber qué juego le da a Sánchez. De la misma forma que habrá que esperar a las elecciones catalanas para saber el recorrido del diálogo con ERC. Ayer se discutía en el Congreso sobre los estragos de la Covid-19, pero por debajo de las mascarilla­s se produjeron muchos movimiento­s tácticos.

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