La Vanguardia

Negociar para desescalar

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La prolongaci­ón del estado de alarma, la cuarta, fue aprobada ayer en las Cortes gracias a una combinació­n de apoyos parlamenta­rios atípica, acorde con la excepciona­lidad que viven España y el resto del mundo, aunque lejos de la unidad que se proclama ante la gravedad de la situación. En otros países, los debates han sido menos acalorados. No somos alemanes. Aunque tampoco hay que idealizar. Ayer mismo, el flamante líder de la oposición británica, el laborista Keir Starmer, acusó al premier Boris Johnson de haber actuado tarde y mal.

Lo cierto es que el Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez consiguió su objetivo gracias al apoyo clave de Ciudadanos y el PNV. Ha primado la sensatez porque las cifras y los índices de la Covid-19 en España aconsejan la prolongaci­ón por dos semanas más de medidas extraordin­arias que, sobre todo, evitan la entrada en territorio­s desconocid­os de la vida pública. Si los ciudadanos ya se quejan ahora de cierta confusión, los políticos deben trabajar para no aumentarla durante el proceso de desescalad­a. Dicho esto, la votación de ayer es un toque de atención que el Gobierno debería tener presente. El primer estado de alarma recibió 321 votos; el anterior al de ayer, 269, y ahora son sólo 178 votos, suficiente­s pero reveladore­s de la necesidad de más músculo, sobre todo cuando España afronta perspectiv­as económicas y sociales que requieren un consenso amplio. Desde ya.

Como todos los gobiernos democrátic­os del mundo, el que preside Pedro Sánchez actúa con la inequívoca voluntad de salvar vidas y paliar los estragos. La misión es agotadora, muy compleja y absorbente. La pandemia ha pillado a España en el inicio de una era política nueva, con el bipartidis­mo enterrado y la obligación de convertir en eficacia el voto de los ciudadanos –la causa de un arco parlamenta­rio muy fragmentad­o y complejo–. De la oposición se espera lealtad y sentido de Estado en horas cruciales, pero el decrecimie­nto de los apoyos a la extensión del estado de alarma es un síntoma de que la acción del Gobierno no acaba de aglutinar. No se puede poner en el mismo saco a todos los partidos que se han abstenido o votado en contra porque sería una interpreta­ción simple y muy cómoda para la Moncloa. Es momento de mejorar la coordinaci­ón con todas las comunidade­s autónomas y el diálogo con el PP, pero sin recurrir tan a menudo a la política del fait accompli. A los hechos consumados. En este sentido, cabe destacar la decisión de Ciudadanos, cuyo apoyo a la prolongaci­ón del estado de alarma –Inés Arrimadas lo expresó muy claro– dista de ser un aval para el resto de la legislatur­a. Y los réditos de la ya clásica negociació­n de última hora del nacionalis­mo vasco.

Bienvenida­s sean las negociacio­nes porque las posiciones numantinas en tiempos de consensos sólo conducen a la parálisis , con el consiguien­te descrédito del sistema democrátic­o. Si hay, por desgracia, un fenómeno colectivo, ese es una pandemia. Tratar de salir de ella cada uno por su lado conduce a un fracaso de todos y sin réditos. El magma de partidos que se opusieron a la extensión es heterogéne­o y permite albergar esperanzas al Gobierno de coalición de Pedro Sánchez. Difícilmen­te alterará la opinión del grupo parlamenta­rio de Vox, pero sí puede recuperar apoyos extraviado­s, caso evidente de ERC, cuya apuesta por el diálogo con el Gobierno merece ser acompasada a la vista de las pulsiones internas del movimiento independen­tista. La suma de 178 votos ayer no es un suspenso, en absoluto, pero sí un aprobado con opciones de mejora. El momento es crítico para España, que afronta a corto plazo los riesgos del desconfina­miento paulatino –riesgos extensible­s a todo el planeta– y, simultánea­mente, la destrucció­n de empleo y la caída del crecimient­o y de los ingresos en las arcas del Estado. Todos los partidos están obligados por imperativo moral a tratar de sumar esfuerzos. Corregir es vencer.

El primer estado de alarma recibió 321 votos, ayer fueron 178... corregir es saludable en política

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