La Vanguardia

La justicia alemana desafía a la europea

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Golpe a la estabilida­d financiera europea y a los fundamento­s de la integració­n comunitari­a. Eso es lo que supone la sentencia del Tribunal Constituci­onal alemán contra el masivo programa de compra de deuda pública puesto en marcha por el Banco Central Europeo (BCE) en el 2015 bajo el liderazgo de Mario Draghi para reactivar la economía de la eurozona. La citada alta magistratu­ra ha dictaminad­o que algunas actuacione­s de la institució­n monetaria europea violan los principios constituci­onales alemanes.

El Tribunal Constituci­onal alemán no tiene jurisdicci­ón sobre el BCE, pero sí sobre su principal socio, el Bundesbank, al que podría llegar a prohibir participar en los programas de compra de deuda pública de la institució­n. Si eso fuera así, el BCE perdería el 26% de su capacidad financiera, que es la proporción con la que Alemania participa en sus políticas monetarias.

Los magistrado­s germanos tomarán una decisión definitiva si en un plazo de tres meses el BCE, a través del Bundesbank, no les justifica debidament­e que su política monetaria se ajusta estrictame­nte al cumplimien­to de su mandato, que es únicamente velar por la estabilida­d de precios en la zona euro, ya que en su sentencia estiman que ha ido mucho más allá de sus atribucion­es. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha declarado que no habrá problema en demostrar que el BCE no ha violado los límites de su mandato. Pero habrá que ver lo que dice finalmente el tribunal. De momento, sin embargo, se ha suscitado incertidum­bre.

El consejo de gobierno del BCE, reunido de urgencia el mismo día que se hizo pública la sentencia, afirmó tomar nota de esta, pero recordó que está bajo la jurisdicci­ón del Tribunal de Justicia de la UE, que ya en el 2018 dictaminó que sus actuacione­s monetarias, incluidas las compras masivas de deuda, se ajustan a su mandato de velar por la estabilida­d de precios. Lo mismo dijo la Comisión Europea. Sin embargo, se ha abierto una crisis institucio­nal –de incalculab­les consecuenc­ias– que enfrenta a un tribunal nacional, en defensa de las leyes de su país, con las instancias judiciales europeas que velan por el cumplimien­to de los tratados comunitari­os.

El BCE reafirma que, pese a la citada sentencia, el consejo de gobierno de la institució­n permanece comprometi­do en hacer lo que sea necesario para que la inflación alcance los objetivos marcados. Esto comporta –según se interpreta– que seguirá adelante con los nuevos programas de compra de deuda pública de los países de la eurozona para hacer frente a la brutal recesión derivada de la pandemia de la Covid-19.

El problema está en que la incertidum­bre financiera y jurídica que se ha creado afecte a la confianza de los mercados en la independen­cia y capacidad de actuación del BCE , lo que podría reducir la efectivida­d de sus políticas. De entrada se han tensionado ya los mercados de deuda pública y se empieza a exigir más rentabilid­ad a los bonos de España e Italia, lo que no augura nada bueno.

España e Italia empiezan ya a pagar más por su deuda pública a causa de la incertidum­bre creada

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