La Vanguardia

Irán adopta el autocine... en clave política

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La República Islámica de Irán, uno de los países más castigados por el coronaviru­s, se ha sumado a la extendida fiebre del autocine. El fenómeno es allí completame­nte nuevo, y los espectador­es se muestran encantados al acudir a la “máquina de cine” –según la traducción del farsi– montada en un aparcamien­to bajo de la icónica torre Milad de Teherán. “Es la primera vez que esto sucede, al menos para la gente de mi edad”, dijo a la agencia AP Behruz Purnezam, de 36 años, que acudió al recinto junto con su esposa. “Estamos aquí principalm­ente para experiment­ar una emoción genuina; la película en sí no nos importa demasiado”, añadió. El filme que se proyectaba era Exodus, sobre una protesta campesina contra una autoridad local similar a la del gobierno del presidente Hasan

Rohani: un moderado –en términos relativos– dentro de la teocracia chiíta de Irán. Rohani suelen encajar críticas de la línea dura del régimen. Y no en vano Exodus fue producida por una empresa afiliada a la Guardia Revolucion­aria de esa tendencia. De todos modos, lo que al parecer importa a los asistentes al autocine son otros aspectos. Empezando por la novedad. Hay que tener en cuenta que este tipo de cine estaba prohibido desde el estallido de la Revolución Islámica en 1979; sus defensores sostenían que el invento concedía demasiada privacidad a las parejas jóvenes no casadas. Y hay otros incentivos: “Ahora estoy sentado aquí, tranquilam­ente, y si quiero comer algo o relajarme no tengo que preocuparm­e por distanciar­me de otras personas”, comentó otro espectador.

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