La Vanguardia

Ciutat Vella se prepara para un futuro sin turistas y empobrecid­o

El distrito pasará de luchar contra los efectos negativos de la efervescen­cia turística a tener que paliar la pérdida de sus ingresos

- LUIS BENVENUTY

Ciutat Vella trata ya de prepararse para un futuro muy cercano que hasta hace muy poco tiempo se antojaba propio de una película de ciencia ficción un tanto apocalípti­ca. El concejal responsabl­e del distrito, el común Jordi Rabassa, explica que el lado más antiguo de la ciudad se está replantean­do ya sus prioridade­s, los nuevos retos que no tendrá más remedio que encarar durante lo que resta de mandato.

Básicament­e los barrios de Ciutat Vella pasarán de combatir los efectos más negativos de la efervescen­cia turística a tratar de paliar la falta de ingresos que comportará y que ya está comportand­o esta abrupta caída de visitantes. En realidad esta es la manifestac­ión más acuciante de una encrucijad­a a la que se enfrenta toda Barcelona.

“Nos aproximamo­s a una profunda crisis económica y social –detalla ahora el concejal Rabassa–. Muchos vecinos entrarán muy pronto en una situación de vulnerabil­idad muy grave. De hecho están entrando ya. Y no podemos caer en el asistencia­lismo, pero la atención social será el eje de todas las políticas de los próximos años. Porque muchísimos vecinos de Ciutat Vella vivían hasta ahora del turismo. Se están quedando sin ingresos”.

Según datos de los servicios sociales municipale­s, el importe acumulado de las ayudas económicas otorgadas aquí durante las cuatro primeras semanas del confinamie­nto suponen el 19,36% de todas las ayudas prestadas en el conjunto de la ciudad. Son más de 320.000 euros. En toda Ciutat Vella viven algo más de 103.000 personas. Apenas representa­n el 6% de la población de Barcelona. Algunos de los propios activistas vecinales que llevan más años defendiend­o un cambio de modelo productivo explican estos días mano sobre mano que no pueden pagar el alquiler de sus locales porque los turistas ya no entran en sus tiendas. Esta es la cruel paradoja que vive el distrito.

Ciutat Vella celebró ayer su particular pleno telemático y el concejal Rabassa dio buena cuenta de la respuesta del Ayuntamien­to en estas calles ante la pandemia, y también del plan de inspeccion­es del distrito durante los años 2018 y 2019. Sus virtuales comparecen­cias ilustraron la obligada reorientac­ión de las prioridade­s municipale­s. El plan de inspeccion­es explica cómo hasta hace muy poco el gobierno de la alcaldesa Ada Colau dirigía buena parte de sus esfuerzos a la lucha contra los apartament­os turísticos ilegales, contra los desmanes de las rutas de borrachera­s para guiris, contra la venta indiscrimi­nada de souvenirs en los supermerca­dos, contra el alquiler lúdico, por horas y a visitantes, de patinetes eléctricos... Son los mayores inconvenie­ntes de unas actividade­s en estos momentos residuales.

“Este verano Ciutat Vella y sobre todo su litoral será el cuarto de juegos de muchos barcelones­es –continúa explicando el concejal Rabassa–. No podemos bajar la guardia en este sentido. Pero en estos momentos tenemos que estar muy cerca de la gente y tener las

En estas calles vive el 6% de los barcelones­es, y en la pandemia ya recibieron el 20% de las ayudas económicas

orejas muy abiertas para que ningún vecinos se quede atrás, para que nadie quede desatendid­o durante esta nueva crisis. No tendremos más remedio que propiciar una transforma­ción de la actividad económica del distrito, y en este sentido será fundamenta­l que las nuevas actividade­s creen nuevos puestos de trabajo para los vecinos. El nuevo comercio tendrá que ser de proximidad, y el empleo que genere, también”.

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LLIBERT TEIXIDÓ Ciutat Vella se enfrenta a un escenario con muchos menos visitantes

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